Hoy me apetece hacer un poco de memoria, así que os hablaré de un parque cerca de mi casa que construyeron en 1987 y que supuso una pequeña revolución en la fisonomía de esta zona de la ciudad por sus novedosas formas: el parque Manuel Azaña.
Si cierro los ojos y me traslado a finales de la década de los ochenta o principios de los noventa, recuerdo tenuemente una gran montaña de tierra en la que los niños jugábamos a subirla y bajarla sin descanso (poniéndonos la ropa hecha un asco, claro). También me acuerdo de una estructura de cemento en forma de laberinto situada en el centro de una especie de castillo donde jugábamos con pistolas de fogueo y lanzándonos petardos como si fueran cartuchos de dinamita… Una original construcción que tiempo después fue desmantelada por razones de seguridad. Seguro que los que ahora rondan la treintena y pasaron su infancia en los barrios de Nueva Alcalá y Tabla Pintora saben de lo que estoy hablando.

Parque Manuel Azaña a finales de los 80. Pinchando sobre la imagen accederéis a versiones de más resolución y notas informativas de cada elemento.
Por cierto, para situaros un poco os comentaré que esa fábrica de ladrillos que se ve en la parte superior derecha de la imagen es donde actualmente está emplazado el local del supermercado Champion de Ronda Fiscal que lleva cerrado varios años. Del mismo modo, en ese solar que se ve en la esquina superior izquierda hoy podéis ver un bonito parque donde el otro día hice un par de fotos.
Una cosa bastante curiosa es que por aquella época surcaban el parque Manuel Azaña una serie de canales de aproximadamente medio metro de ancho por los que corría agua y que en invierno se congelaban de tal modo que, si no pesabas mucho, hasta podías ponerte en pie sobre ellos. Canales que no tardaron en convertirse en una acumulación de suciedad y también en el destino de algún que otro niño al que sus amigos hacían la trastada de turno en pleno invierno, de modo que el ayuntamiento decidió enterrarlos para evitar cualquier posible problema.
Es una pena que no tenga más fotografías del parque por aquellas épocas (la que tenéis ahí arriba es todo lo que he podido encontrar), pero lo que sí puedo hacer es ofreceros unas imágenes que capté el otro día en el auditorio que forma parte del parque desde el primer día y que actualmente sigue en pie con el mismo aspecto que entonces (bueno, la estatua de Azaña se ha trasladado a una glorieta cercana y el lugar está lleno de pintadas; pero básicamente se encuentra como en mis recuerdos).
En este auditorio se han realizado mítines electorales, funciones de teatro, conciertos, campañas benéficas… y eso que es un horno en verano, un congelador en invierno y una incomodidad durante todo el año. Sin embargo, aunque el lugar es feo con ganas, es una de las pocas cosas que quedan del proyecto original, por lo que cada vez que paso cerca de este sitio me acuerdo de todas las tardes pasadas allí trotando entre sus gradas.





Hoy en día el parque Manuel Azaña no es más que una extensión de tierra con arbustos anexa al auditorio donde no se ven muchos niños que digamos y por la que no es muy recomendable pasar de madrugada. Sin embargo, dando una vuelta por allí no puedo evitar recordar aquellos años de mi infancia en los que mis únicas preocupaciones al salir del colegio era ver un rato la televisión y salir a jugar con mis amigos.
En aquellas épocas, caer rodando por una ladera de tierra o acabar metido hasta las rodillas en un riachuelo de agua helada no representaba ningún problema y, qué queréis que os diga: aquí seguimos todos, así que tampoco parece que fuera algo tan peligroso, ¿no?
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