La fotografía que ilustra la entrada de hoy la capté a primera hora de la tarde de un lunes de primavera cuando iba de camino a mi trabajo en Oropesa del mar.
Pulsé el disparador porque quería transmitir una sensación con esa fotografía: que el tiempo es fugaz, que aunque hoy estamos aquí puede que mañana nos despertemos en otro lugar y, sobre todo, que vayamos hacia donde vayamos nunca debemos de olvidar nuestros orígenes. De ahí la importancia del retrovisor; porque si está ahí puesto es para que por muy rápido que avancemos siempre podamos mirar hacia atrás de un simple vistazo.
A nivel técnico la fotografía es muy simple, ya que se basa en enfocar al infinito para obtener nitidez en el reflejo y conseguir un tiempo de disparo más o menos largo con idea de dar una cierta sensación de movimiento (algo que se aprecia en el asfalto). En cuanto a la composición, he tratado de centrar el espejo tratando de llenar con él buena parte del encuadre y al mismo tiempo intentar que aparezca también el marco de la ventanilla para situar así al espectador en el contexto de la imagen.
No echo de menos aquellos días a orillas del Mediterráneo porque me siento muy feliz de haber vuelto a Madrid; pero he de admitir que tenía cierto encanto aquello de que el camino hacia la oficina estuviera flanqueado por cientos de almendros y naranjos.
Micro cuatro tercios (m4/3 para los amigos) es un formato de cámaras digitales desarrollado por Olympus y Panasonic que fue presentado al mundo en 2008. Desde entonces, ambas marcas han sacado al mercado varias cámaras y objetivos intercompatibles (entre ellas la E-PL1 que tengo desde hace unos cuantos meses) que han dado lugar a un ecosistema muy interesante para aquellos que quieran obtener una buena calidad de imagen empleando una cámara no mucho más grande que una compacta.
Cuestión de evolución
El origen del sistema m4/3 no es otro que el cuatro tercios; sólo que se ha eliminado el sistema de espejo basculante, el sistema de enfoque por detección de fase y el visor óptico mediante pentaprisma que caracteriza a las cámaras réflex clásicas dando lugar a máquinas más pequeñas y más ligeras que ya llevaban tiempoavisando de su éxito.
De hecho, el sensor (el auténtico corazón del sistema m4/3) tiene un tamaño y proporciones exactamente iguales que su predecesor; sólo que al no haber un espejo dentro de la cámara la distancia entre sensor y montura se ha reducido drásticamente (exactamente de 38,67 mm se ha pasado a 19,25 mm). Del mismo modo, el diámetro de la montura se ha reducido en 6 mm y se ha pasado de 9 contactos eléctricos a 11.
Esto hace que además de la reducción del tamaño de las propias cámaras, también el volumen de las ópticas diseñadas expresamente sea inferior; dando lugar a conjuntos livianos y manejables ideales para gente que quiera ir «ligera de equipaje» fotográficamente hablando.
Algo muy relacionado con esto es la posibilidad de emplear ópticas de cámaras réflex en las máquinas que cumplen la especificación m4/3 porque al tener una distancia tan corta entre sensor y montura, es sencillo suplementar esta distancia con ayuda de algún tipo de adaptador muy sencillo de desarrollar. Si bien es cierto que en tal caso tendremos que enfocar manualmente y que perderemos la ventaja de la ligereza de las ópticas expresamente diseñadas para estas cámaras.
El sensor
El sensor m4/3 posee una proporción 4:3 (la habitual en las cámaras compactas frente al 3:2 de las réflex) y un factor de recorte de 2x frente a una cámara con sensor full frame. Por tanto, en lo que a tamaño se refiere, se sitúa un escalón por debajo del habitual formato APS-C (factor de recorte de 1,6x) de las cámaras réflex más habituales de diferentes marcas. En cualquier caso, es cierto que su tamaño es aproximadamente un 40% inferior que los sensores APS-C a los que me refería hace un momento, pero del orden de 10 veces más grande que los sensores que equipan la mayor parte de las cámaras compactas.
¿Qué implica un menor tamaño de sensor? Pues básicamente una mayor profundidad de campo, una relación señal/ruido menor y un cierto «alargamiento» de las focales debido al factor de recorte (un objetivo de 200 mm cerrará su ángulo de visión para asemejarse a un 400 mm).
Sea como sea, el sistema m4/3 lleva aparejadas una serie de características interesantes. Una de ellas es la corrección de distorsiones ópticas mediante el propio firmware de la cámara. Es decir, que aunque el objetivo de turno provoque algún tipo de aberración cromática, viñeteo o deformación de la imagen, la fotografía obtenida tendrá corregidos estos defectos sin que nosotros nos tengamos que preocupar de nada.
Por otra parte, todas las cámaras que cumplen la especificación m4/3 emplean live view para componer nuestras imágenes, pueden grabar vídeo, poseen un sistema integrado de limpieza del sensor, pueden disparar en formato RAW e implementan el enfoque mediante contraste. La estabilización óptica también es una característica estándar, pero en el caso de Olympus va integrada en el propio sensor (con lo que cualquier óptica queda estabilizada) mientras que Panasonic lo hace en los objetivos (al estilo de lo que hacen Nikon y Canon en su gama réflex).
Ópticas
En cuanto a las ópticas disponibles, a día de hoy tenemos zooms sencillos que suelen formar parte de los kits (tipo 14-42 mm), algún teleobjetivo (con focales estilo 40-150 mm) y alguna que otra focal fija muy interesante (14mm, 17mm, 20mm, 50mm…). Por el momento la totalidad de los objetivos disponibles están firmados por las dos marcas creadoras del estándar; y seguramente a corto plazo seguirá siendo así porque ya se han cuidado de que el formato no sea abierto de tal modo que si un fabricante quiere sacar al mercado ópticas compatibles con m4/3 deberá de pagar un canon a los fabricantes del estándar.
Cierto es que por el momento la oferta no es tan amplia como en otros fabricantes y que faltan teleobjetivos de apertura generosa, algún objetivo macro, ojos de pez, ópticas tilt-shift para arquitectura… pero viendo el éxito que está teniendo este sistema es de esperar que la familia de objetivos siga creciendo y, de hecho, Sigma y Tamron anunciaron hace poco que iban a empezar a diseñar ópticas para cámaras m4/3.
Mi experiencia
En cuanto a mi experiencia personal con la Olympus E-PL1 he de decir que aunque logra una buena calidad de imagen, no es comparable a la de por ejemplo mi Nikon D300 ya que ni el rango dinámico, ni la relación señal/ruido ni la nitidez son comparables; factores todos ellos achacables a priori a un sensor de menor tamaño y una mayor densidad de pixels.
No quiere esto decir que sea una mala cámara, porque de hecho durante los últimos meses he captado con ella algunas imágenes de las que me siento orgulloso. Lo que ocurre es que ni tiene la ergonomía de una réflex a la hora de sujetarla ni la cantidad de controles externos habitual mediante los que podemos cambiar cualquier parámetro en un par de segundos (una de las características que más valoro en mi D300).
Sin embargo, reconozco que en los últimos viajes que he hecho la E-PL1 ha sido mi compañera, dejando a las réflex en casa, ya que su escaso peso y la versatilidad que tiene la hacen insustituible a la hora de ir ligero de peso. Si el viaje es eminentementefotográfico la D300 o incluso la D40 serán las cámaras que me lleve sin dudarlo ni un instante; pero si sólo pretendo llevar una cámara que me permita retratar los lugares por los que voy pasando con una calidad más que decente, las m4/3 son una opción muy a tener en cuenta. Para eso compré la E-PL1 y para eso la estoy usando desde entonces.
El autofocus es un sistema aparecido en la década de los 80 que sustituyó (o más bien complementó) al enfoque manual en las cámaras fotográficas. Un avance importante que permitió al fotógrafo delegar esa tarea a un automatismo presente en el cuerpo de la cámara, por lo que se ganaba un tiempo importante en fotografía de acción donde cada décima de segundo cuenta para conseguir la mejor imagen posible.
Enfoque por detección de fase
El enfoque por detección de fase ha sido hasta hace poco el método empleado en la práctica totalidad de las cámaras réflex equipadas con autofocus. Este enfoque se basa en la propia imagen que se capta a través del objetivo y llega hasta nuestros ojos mediante el visor de la cámara. Ahora bien, si en una cámara réflex la imagen que entra por el objetivo se refleja en un espejo y llega directamente hasta nuestros ojos, ¿cómo hace la cámara para enfocar cuando presionamos hasta la mitad el disparador?
Yo también me preguntaba esto mismo hasta que un día decidí indagar un poco por mi cuenta, descubriendo que la solución es más sencilla de lo que pensaba: el espejo que desvía la luz entrante en la cámara por el objetivo hacia el ocular mientras componemos la fotografía no refleja la imagen al 100%; sino que deja pasar a través de él un pequeño porcentaje suficiente para “ver” lo que queremos fotografiar mediante un sensor dedicado situado detrás de él.
A grandes rasgos, el funcionamiento de este tipo de enfoque se basa en que mediante un sistema óptico la luz incidente sobre el sensor de enfoque en realidad se divide previamente en dos haces; y en función de la posición en la que se proyecten sobre dicho sensor se determina el punto de enfoque de la escena para que la cámara ajuste las lentes del objetivo en consecuencia.
Enfoque por contraste
En las cámaras réflex que emplean el sistema Live View así como en las compactas, el enfoque se realiza por contraste directamente sobre el sensor principal de la cámara; es decir, comparando los píxeles de una pequeña zona de la imagen y variando el enfoque del objetivo hasta que consigue la máxima diferencia de color entre unos y otros. Se trata de un concepto más sencillo que el anterior y que entenderéis mejor con un par de imágenes que bien podría representar el área a analizar por el sistema de autofocus:
Si la fotografía no está enfocada (como en el primer caso) la imagen resulta borrosa y por lo tanto los colores estarán entremezclados. La cámara entonces irá variando el enfoque y considerará que el motivo está enfocado cuando la diferencia de tonalidades entre los píxeles sea máxima (el caso de la segunda imagen).
Sabiendo esto entenderéis por qué en las instrucciones siempre se advierte que el enfoque automático no funcionará bien en un área de color liso, con muchos puntos brillantes o en completa oscuridad. Si el sensor encargado del enfoque no es capaz de distinguir entre un píxel y sus adyacentes será incapaz de realizar su trabajo.
Esto es el funcionamiento del autofocus visto a grandes rasgos. Luego ya entraría en juego el que la cámara puede tener varias zonas de enfoque, que algunas de ellas están orientadas en forma vertical, otras en horizontal y otras en ambos sentidos, que a veces hay un sistema de iluminación para ayudar al enfoque en condiciones de oscuridad… pero todo esto ya son variaciones sobre el mismo tema.
Una vez visto resulta sencillo, pero cuando no sabía cómo funcionaba el sistema de autofocus en las réflex le estuve dando bastantes vueltas al tema pensando dónde estaría “escondido” el sensor encargado de esta función para no interferir en la imagen que vemos a través del visor durante el enfoque.
Si habéis echado un ojo a la prensa en estos últimos días habréis visto que por todas partes hay anuncios de un nuevo modelo de cámara Olympus: la PEN E-P1 (sí, el nombre se presta al cachondeo )
Pues bien, para los que estéis preguntándoos qué es lo que tiene de especial esta bonita cámara (reconozco que su diseño retro me gusta bastante), os diré que se basa en mezclar el tamaño de una cámara compacta con (en teoría) la calidad de imagen de una réflex. Es decir, la PEN no es más que una réflex sin espejo (no hay visor óptico; la imagen se compone en su pantalla) o una compacta con ópticas intercambiables y un sensor de mayor tamaño.
En concreto, el sensor y la montura del objetivo cumplen con la nueva especificación micro cuatro tercios, que no es más que una revisión del sistema cuatro tercios empleado por esta y otras marcas como Pentax o Panasonic. Sus sensores son más pequeños que en el caso de Nikon o Canon y por tanto permiten tamaños de ópticas menores, aunque esto también presenta desventajas a la hora de realizar desenfoques o tratar de fabricar sensores de mucha resolución (ver artículo sobre los tamaños de sensor para más detalles).
Pero bueno, el caso es que creo que la PEN es una buena idea; y de hecho es la «reencarnación» de una cámara del mismo nombre aparecida en en año 1959 cuyas prioridades eran lograr un tamaño reducido y una simplificación de su manejo. No sé si este modelo recién presentado tendrá éxito comercialmente, pero el caso es que su aspecto y su concepto me han gustado bastante (aunque os aseguro que no me la voy a comprar). Tal vez sea capaz de cubrir ese hueco de los usuarios que quieren más calidad de imagen que una compacta pero que no se animan a dar el salto a réflex porque les asusta un poco su tamaño.
Como siempre, será el tiempo quien dará o quitará razones…
Desde que comencé esta serie de artículos técnicos sobre el mundo de la fotografía me he centrado sobre todo en cámaras réflex. Es cierto que los conceptos universales de la fotografía como la profundidad de campo o la apertura son aplicables a cualquier tipo de cámara, pero en cualquier caso creo que el mejor modo de aprender a fotografiar lo que nos rodea es empleando una réflex porque nos va a permitir controlar absolutamente todos los parámetros que dan lugar a la imagen final.
UN POCO DE HISTORIA
Tal vez alguien se puede estar preguntando a estas alturas qué es una cámara réflex, ya que es un término que he escrito decenas de veces hasta ahora pero que nunca me he encargado de definir. Pues bien, para poneros un poco en antecedentes, os comentaré que a las cámaras réflex también se les denomina con las siglas SLR de «Single Lens Reflex», que significa cámara réflex de un sólo objetivo. Esto las distingue de las cámaras de la primera mitad del siglo XX que contaban con dos objetivos idénticos (uno para componer la imagen y otro para realizar la fotografía como tal) denominadas «Twin Lens Reflex» o sencillamente TLR. Un ejemplo mítico de estas cámaras de dos objetivos son las Rolleiflex, que hoy en día son auténticas piezas de coleccionismo.
Pero centrándonos en lo que nos interesa, que son las cámaras réflex tal y como las conocemos hoy en día, esta denominación proviene de que este tipo de cámaras poseen un espejo móvil interno que refleja la luz que entra por el objetivo llevándola al visor o al sensor según si estamos componiendo la imagen o disparando la fotografía propiamente dicha. Y poco importa la marca de la cámara, pues este principio de funcionamiento es prácticamente igual para todas las que hay disponibles en el mercado desde que en el año 1959 Nikon sacó su modelo F al tiempo que Canon hacía lo propio con la Canonflex; señal de que es un método fiable y bastante optimizado (si los ingenieros no lo mejoran es porque sencillamente no se puede hacer a un coste razonable).
Como podéis ver, el concepto réflex no nace con las cámaras digitales, sino que proviene de la época del carrete. En las réflex digitales lo único que se ha hecho es sustituir el negativo sobre el que se impresionaba la imagen por un sensor capaz de captar la luz que llega hasta su superficie; pero la estructura y funcionamiento de las cámaras sigue siendo tan similar que, por lo general, podemos seguir empleando los objetivos que teníamos de nuestras antiguas réflex analógicas (siempre que sea entre componentes de la misma marca, claro).
DIAGRAMA DE FUNCIONAMIENTO
Diagrama extraído de Wikipedia.org
Partes del sistema:
1. Conjunto de lentes del objetivo
2. Espejo abatible colocado a 45º si estamos componiendo la imagen y que sube a la hora de disparar
3. Obturador que se abre durante el tiempo de exposición de la fotografía
4. Sensor (o película en caso de cámaras analógicas)
5. Pantalla de enfoque en la que aparecen los diversos indicadores que vemos en el visor
6. Lente encargada de disminuir el tamaño de la imagen para adaptarla al visor
7. Pentaprisma (o pentaespejo) que refleja en sus caras la imagen que viene del espejo para llevarla al visor
8. Visor por el que miramos para componer la fotografía
PRINCIPIO DE FUNCIONAMIENTO
Como os decía, el pilar básico de una cámara réflex es el espejo que bascula a la hora de disparar la fotografía y que será el encargado de «marcar» uno de los dos caminos que puede seguir la luz en el interior de la cámara. La luz entra en todo momento por el objetivo de la cámara, pero mientras no estemos tomando la imagen, el espejo que está delante del obturador tendrá una inclinación de 45º que desviará la imagen al pentaprisma y posteriormente al visor donde ponemos el ojo para componer la imagen (es el camino de color amarillo mostrado en el diagrama). En dicho visor también tendremos una serie de indicadores visuales que nos darán la velocidad de exposición, el punto de enfoque, la apertura…
A la hora de tomar la fotografía, el espejo se levanta (por lo tanto dejará de haber imagen en el visor) y deja pasar la luz hasta el sensor de la cámara. En todo caso, la luz tomará uno de estos dos caminos, pero nunca los dos al mismo tiempo. Eso sí, me gustaría dejar claro que todo esto que os comento está pensado para las réflex «clásicas», pues hoy en día los modelos que están apareciendo en el mercado incorporan la función live view, que consiste en que podemos emplear la pantalla de la cámara para componer la fotografía como si de una compacta se tratara. De ese tema hablaremos otro día, ¿OK? 😉
Las dos siguientes imágenes (extraídas de www.dpreview.com) ilustran la montura de una Nikon D700 sin ningún objetivo. En el primer caso se puede ver el espejo de la cámara y en el segundo el sensor mientras se está tomando la fotografía (el espejo está levantado y lo que entra por el objetivo se proyectaría sobre el sensor como os mostré en una entrada reciente). Por lo tanto, la primera imagen corresponde a la composición de la fotografía porque estaremos viendo a través del objetivo mediante el visor gracias a que el espejo «manda hacia arriba» la imagen y la segunda corresponde a la captura de la fotografía propiamente dicha, pues el espejo está levantado y la luz llega directamente hasta el sensor.
EL PROCESO VISTO EN MOVIMIENTO
Durante el preciso instante en el que realizamos la fotografía, en apenas unas milésimas de segundo ocurre un «baile» en el interior de la cámara consistente en que el espejo sube hasta ponerse horizontal, el diafragma del objetivo se cierra a la apertura seleccionada, el obturador se abre exponiendo el sensor a la luz, se vuelve a cerrar una vez transcurrido el tiempo de exposición, se abre de nuevo a tope el diafragma y finalmente el espejo vuelve a su posición inicial.
Como veis, son un montón de movimientos que se realizan en apenas una fracción de segundo (el vídeo de ejemplo está ralentizado más de cien veces con respecto a la velocidad real) y que dan una idea de la complejidad de diseño de una cámara de este tipo; especialmente cuando se trata de modelos de alta gama en las que podemos disparar en ráfaga a una velocidad de 11 imágenes por segundo (en el siguiente vídeo tenéis una Nikon D3 disparando a dicha velocidad con un sonido que se asemeja al de una ametralladora).
Y ya está; el principio básico de funcionamiento de las cámaras réflex no es más que lo que os he explicado en estos párrafos. Obviamente hay muchos más factores que los ingenieros han de diseñar como el sistema de enfoque, el mecanismo del obturador, la medición de la luz… Una serie de temas sobre los que iremos hablando a lo largo del tiempo.
En todo caso, si he sabido explicarme de tal modo que os haya quedado claro cuál es el principio de funcionamiento de una cámara réflex (que a su vez es la principal diferencia con respecto a otros tipos de cámaras) habré logrado lo que me había propuesto en esta entrada. Ya habrá tiempo de profundizar en otros temas complementarios como los que os comentaba hace un momento, que el verano es muy largo 😉
En la tarde del 31 de diciembre os escribía una entrada que quiso ser un resumen del año que agonizaba. Había pensando en acompañarla entonces de esta fotografía tan «eléctrica», pero al final he decidido reservarla para esta ocasión puesto que no hay mejor día que el del propio cumpleaños para decir bien alto que hay que mirar siempre hacia adelante pero sin dejar de recordar todo lo vivido.
¡Pasad un buen día! (que es lo que pienso hacer yo 😉 )