Review: auriculares Skullcandy INK’D

Estoy muy contento con mis auriculares Denon AH-C351 de tipo in-ear; suenan estupendamente, los puedes llevar durante horas sin sufrir ninguna molestia… Sin embargo hay un detalle que nunca me ha acabado de convencer para llevarlos por la calle: el empleo de un cable de extensión.

Esta conexión auxiliar (necesaria a no ser que llevemos el MP3 en el bolsillo de la camisa) hace que el cable tenga un «peso» en su tramo medio que va oscilando con nuestros pasos y golpeando con la ropa, haciendo que esas vibraciones se transmitan a través del cable llegando a nuestros oídos. Si vamos caminando por la calle podremos percibir con claridad una serie de «tomp, tomp, tomp, tomp…» a cada paso y un molesto «raaaas, raaaaaas…» cada vez que el cable roza en nuestra ropa.

Para escuchar música en casa no tienen rival en auriculares de este tipo pero, precisamente por lo que os estoy comentando, a la hora de llevarlos a la calle solía emplear unos AKG «de botón» que tengo desde hace años. El problema es que en una ciudad, todo lo que no aísle un poco del ruido exterior nos va a obligar a subir mucho el volumen del reproductor, de tal modo que al final siempre tenía que ir por la calle con la música a todo trapo; cosa que no me hace demasiada gracia de cara a mi salud acústica.

Pues bien, resulta que ayer estuve en El Corte Inglés buscando un flash para mi cámara de fotos (salí huyendo de la sección de fotografía al ver los astronómicos precios de todo lo que había allí) y para aprovechar un poco el «viaje» me pasé por la sección de sonido. Allí me encontré con una novedad, y es que habían traído algunos modelos de auriculares de la marca Skullcandy entre los que se encontraban unos in-ear que tenía bastantes ganas de probar y que han salido al mercado hace menos de un mes: los INK’D.

Skullcandy INK'D (II)

La marca Skullcandy

La gracia del tema consiste en que Skullcandy es una marca que hasta ahora se ha distribuido íntegramente por internet, de modo que me sorprendió verlos en un stand junto a los modelos de Shure, Pioneer, AKG y Senheisser. Ya había leído en foros ( www.head-fi.org principalmente) que era una marca que ofrecía una calidad bastante decente a buen precio, de modo que decidí darles una oportunidad.

Los había en varios colores, así que opté por el blanco, pues me pareció más elegante que los verdes, azules y rosas que también había por allí. Tal vez me los habría comprado en negro, pero o bien no los habían traído en ese color o tal vez se habrían agotado temporalmente. De todos modos, el blanco no me pareció feo en absoluto, así que la elección tampoco me supuso un gran esfuerzo.

Además, por los 22 euros que marcaban tampoco iba a pasar nada si no cumplían con mis expectativas. Sólo por el rato de entretenimiento que me iban a proporcionar mientras redactaba esta review ya merecía la pena volver a casa con ellos. Pagué los auriculares tras un rato de espera en una caja vacía (sólo a mí se me ocurre ir de compras a las 3 de la tarde) y nada más llegar a casa me dispuse a probarlos.

Especificaciones técnicas

Algunos datos técnicos para los que nos gusta cuantificarlo todo  😛

– Diámetro de transductores: 11 mm
– Rango de frecuencias: 20 – 20000 Hz
– Impedancia: 16 ohmios
– Potencia máxima de entrada: 100 mW
– Longitud del cable: 1,3 m
– Tipo de conector: 3,5 mm dorado

Desembalaje

Si queréis ver el desembalaje de los auriculares, os recomiendo el siguiente vídeo que he encontrado en Youtube. Aunque está en inglés, en él podréis ver cómo es la caja y cómo vienen presentados los INK’D de tal modo que os haréis una idea más aproximada de lo que os estoy hablando. Como podréis apreciar, la iconografía de la caja es bastante fea (no nos vamos a engañar; esas calaveras parecen diseñadas para algún juguete propio de niños de 8 años) pero por suerte lo importante es el contenido, y eso está bastante mejor cuidado que la apariencia.

Nada más desembalarlos llega mi primera sorpresa: los auriculares no tienen marcadas las típicas letras L y R que diferencian a qué oído pertenece cada auricular. Busco algo en las instrucciones y al final compruebo en Internet que, efectivamente, no hay marca de distinción alguna. Tras ver que funcionan correctamente decido enchufarlos en el PC, pasar todo el sonido al canal izquierdo y marcar dicho auricular con un minúsculo punto rojo. Es la primera vez que me encuentro unos auriculares sin distinción física de los canales, y aunque es verdad que nos los pongamos como nos los pongamos la música va a sonar, para mí es inaceptable escuchar cualquier disco con el efecto estéreo cambiado de signo. Mala nota para Skullcandy en ese aspecto; que tampoco es tan caro hacer una minúscula marca a cada auricular.

Una vez solventado el tema de distinguir entre izquierda y derecha (sin connotaciones políticas, ¿eh? 😛 ) me dispuse a probarlos «en serio» conectándolos a mi iPod classic y escuchando un par de horas de música de diversos estilos. Ahora bien, no dejó de sorprenderme durante los primeros minutos el pequeño tamaño de los auriculares, pues ocupan poco más que los típicos tapones para los oídos que todos hemos tenido que emplear alguna vez para poder dormir o estudiar en un lugar ruidoso.

Los INK’D sobre el terreno

Mi primera sensación nada más colocármelos es que aislan muy bien del mundanal ruido. Incluso sin música sonando, vamos a escuchar todos los sonidos de nuestro entorno bastante «amortiguados», cosa que se agradece si decidimos dar un paseo, por ejemplo, recorriendo la Gran Vía de Madrid.

La música se escucha, en términos generales, muy bien; aunque comparados con los Denon los graves son algo menos poderosos y los agudos no tan brillantes. No es demasiado acusado, pero algo sí que se nota en la tranquilidad de mi salón (no así en el bullicio de la calle). No obstante, es verdad que mis auriculares de referencia tienen unos agudos cristalinos, pues ese es su punto fuerte y no en vano costaron más del doble que estos Skullcandy.

Skullcandy INK'D (I)

Ya en la calle, con el volumen del iPod a algo menos de la mitad, sólo se escucha la música, sin entrometerse el ruido del tráfico, las conversaciones de la gente y demás sonidos habituales. Sólo escucharemos de fondo algunos bocinazos y ruidos especialmente fuertes (un camión de basura en plena recogida de contenedores y cosas así). Si lo que queremos con unos auriculares es meternos en nuestro propio mundo sin que nadie nos moleste, esta parece una buena opción.

Otro aspecto que no me quiero dejar en el tintero son que del mismo modo que no entra sonido del exterior, tampoco la gente podrá escuchar nuestra música, por lo que podremos ponernos nuestra música en la biblioteca sin desquiciar los nervios del opositor que tenemos en la silla de enfrente.

Me gustaría comentar también que podemos llevar los auriculares un par de horas seguidas sin ningún tipo de molestia en los oídos. Además, la silicona de la que están hechos los tapones que nos metemos en los oídos es ligeramente pegajosa al tacto y una vez colocados no se moverán ni un milímetro (es importante probar los tres tamaños de tapón que traen para ver cuál es el que mejor se adapta a la fisonomía de nuestros oídos).

Del mismo modo, no se aprecian ruidos excesivos de golpes ni roces a través del cable cuando estamos en movimiento; más que nada porque al ser éste tan ligero (aquí no hay conexión con ningún cable auxiliar; todo va de una pieza) no se mueve al caminar por muy rápido que vayamos. La única «protuberancia» presente en el cable es la pieza plástica que bifurca el cable en su típica forma de ‘Y’, pero es tan liviana que se puede decir que directamente «no pesa». Por cierto, el conector de sonido es de 3,5mm, dorado y es del tipo recto; para mi gusto más cómodo (al menos al conectarlos al iPod) que los clásicos en forma de ‘L’.

En resumen

Poco más me queda por decir de estos Skullcandy. Los he comprado para llevarlos por la calle y es lo que pienso hacer porque mis pruebas han sido más que satisfactorias durante estos días. Es cierto que mis Denon dan una calidad de sonido algo superior, pero por lo que os comentaba en los primeros párrafos del artículo, esos los dejaré para escuchar música en casa o en algún lugar en el que esté estático.

Los Skullcandy son esencialmente para gente en movimiento; y en ese caso la ligera pérdida de fidelidad acústica (insisto, no suenan mal en absoluto; pero pierden un poco en comparación con mis Denon) compensa por la comodidad y el aislamiento acústico que ofrecen. Al fin y cabo, ¿qué más nos da que los auriculares lleguen a 20000 ó  21000 Hz entre el ruido del tráfico de la gran ciudad? Dejemos la alta fidelidad para casa, que es donde la podemos apreciar en realidad  😉