Comparativa: Rovyvon Aurora A1 vs. A1x

En el reciente análisis de la Rovyvon Aurora A1x ya os comenté que estaba pensando en redactar una entrada comparando este modelo con su antecesora; y de hecho si os fijáis apenas hay referencias cruzadas entre ellas porque aunque comencé a escribir el artículo poniéndolas en contraste, borré casi todo lo que había escrito y volví a empezar escribiéndolo como un análisis independiente pero ya con la idea de estos párrafos que hoy comparto con vosotros.

Aunque para un comparativo como éste lo suyo sería resumir los datos en un tabla, he decido que mejor os voy a ir narrando punto por punto las semejanzas y diferencias entre los dos modelos a comparar, y así me puedo explayar un poco más (ya sabéis lo mucho que me cuesta ser breve cuando hablo de las cosas que me apasionan).

Externamente las dos linternas son muy similares, hasta el punto de que por separado podríamos pensar que tienen las mismas dimensiones. Sin embargo, puesta una al lado de la otra vamos a ver que la A1x ha crecido un poco con respecto a su hermana.

Concretamente, en la dimensión mayor la A1x es 5,5 mm más larga, mientras que en lo que a diámetro se refiere la A1x también es más grande por apenas 1,6 mm. En cuanto al peso, la A1x hace subir la báscula 4,8 gramos más que la A1; algo lógico porque su batería es 200 mAh mayor (330 contra 130) y por tanto el tiempo de carga también es ligeramente superior (90 minutos frente a 45).

El LED que equipan es el mismo (Cree XP-G3) aunque ambas poseen versiones con emisores Nichia de menor potencia pero mayor afinidad cromática; cosa que para la aplicación que yo le doy a este tipo de linternas se me queda en un un segundo plano. Valoro más la posibilidad de pegar un fogonazo rápido de bastantes lumens antes de percibir el RAL 5005 tal y como lo vería a la luz del día.

Hablando de potencia lumínica, la A1x vuelve a ganarle la partida a la A1 con sus 650 lumens frente a los 550 de la otra. Y no sólo eso, sino que también en la autonomía la A1x gana la partida por mucho, pues en el modo bajo de 20 lumens es capaz de mantenerse encendida durante 8 horas, mientras que la A1 a las 2,5 horas se apagará.

Hasta este punto la A1x gana por prestaciones, pero pierde por tamaño. Sé que la diferencia es escasa, pero cuando llevas la linterna junto a las llaves de casa en el bolsillo del pantalón sí que se nota ese leve incremento de tamaño. A ver, que a los dos días ya ni te acuerdas de que esta linterna es un poco más grande que la A1, pero aun así es un hecho.

Sin embargo, hay un aspecto radicalmente diferente entre las dos, que es la gestión de modos: en la A1 el proceso explicado rápidamente consistía en doble click para encender siempre en modo bajo y luego a base de clicks pasábamos a medio, alto y estroboscópico. Con un triple click activábamos directamente el modo ultrabajo (el 90% de veces que uso la linterna lo hago en ese modo) y manteniendo el botón presionado activábamos el modo alto.

En la A1x la cosa se complica, y es que no hay un modo de inicio por defecto: con un doble click activamos el modo que esté memorizado (lo que se logra usando un modo durante más de 3 minutos seguidos) y a base de clicks vamos haciendo ciclo entre ultrabajo, bajo, medio y alto. Con un triple click activamos directamente el modo estroboscópico y manteniendo pulsado activamos el modo alto directamente.

Pues bien, para el uso que yo hago de estas linternas el más cómodo para mí era el sistema de la A1, ya que sabía que con un triple click accedía directamente al modo Moonlight sabiendo que no iba a molestar a nadie ni me iba a cegar yo. Ahora mismo la A1x la tengo configurada para que se active el modo más bajo cuando la enciendo, pero si por lo que sea para alguna tarea necesito más luz durante un rato y al apagarla me olvido de reprogramar el modo ultrabajo, al volver a encenderla soltará una ráfaga de luz que no me esperaba (y además me caerá la bronca de mi novia por despertarla).

Un aspecto en el que la A1x ha mejorado enormemente es la implementación del PWM en los modos más bajos: en el modo moonlight de la A1 el PWM era de una frecuencia tan baja que se apreciaba a simple vista incluso con la linterna posada sobre la mesa; sólo había que mover un poco la mano delante de ella para comprobar que el parpadeo era evidente. Los modos bajo y medio también emplean PWM, pero al ser de una frecuencia mayor ya no era tan visible.

Pues bien, en la A1x han eliminado el PWM casi por completo; y es que aunque se usa en el modo moonlight el caso es que es inapreciable a simple vista incluso agitando la linterna con rapidez delante de los ojos, de modo que en ese aspecto los diseñadores de Rovyvon sí que han dado un paso adelante.

Por cierto, comentar que los botones de cada linterna son bastante diferentes, tanto en su forma como en su tacto. En el caso de la A1 es un botón ovalado de goma blanda que no tiene un click muy definido pero que aun así es preciso y fácil de activar. Por contra, en la A1x en botón es circular, de menor tamaño, recubierto de una goma algo más dura y con un tacto más definido a la hora de presionarlo. Yo, desde luego, prefería el de la A1 porque me resultaba más fácil dar con él a tientas y controlar el número y la cadencia de las pulsaciones que en el nuevo modelo

Hablemos ahora de lo que viene en la caja de la linterna: la A1x trae como extras un clip, una anilla de llavero, un cable de carga y el manual de instrucciones; mientras que la A1 añadía también una cadena por si nos la queríamos colgar del cuello. Supongo que en la marca se habrán dado cuenta de que era una flipada y han decidido prescindir de ella viendo que a nadie le dio por llevar sus linternas colgadas del cuello como si de un accesorio de moda se tratara.

Conclusiones

A modo de resumen diría que aunque la A1x ha supuesto un paso adelante en autonomía y también por la ausencia de PWM, ese ligero incremento en longitud y diámetro de la linterna la penalizan un poco a la hora de llevarla siempre junto a nuestras llaves. No es radicalmente más grande y está claro que algo había que sacrificar para implementar una batería de mayor capacidad, pero tras varias semanas con la A1x en el bolsillo he de reconocer que en ocasiones he echado de menos a su antecesora.

Por otra parte la nueva implementación de los modos de uso, desde mi punto de vista es un paso atrás por la variabilidad que supone la memorización de modo por defecto de aquel que utilicemos durante más de tres minutos seguidos. A mi modo de ver tal y como estaba implementado esto en la A1 era lo ideal, ya que siempre arrancábamos en el modo más bajo de los tres más habituales y luego teníamos acceso directo tanto al moonlight como al alto. En cuanto a la capacidad de iluminar, aunque en la práctica no hay grandes diferencias entre ambas, me quedaría con la A1x por esa ligeramente mayor concentración del haz de luz en la parte central.

En definitiva, si pudiera hacer una fusión de ambas linternas crearía un modelo con la autonomía y la ausencia de PWM de la A1x pero con las medidas, la implementación de los modos y el botón de la A1. Pero como todo no se puede tener, podría permitir que esa linterna personalizada tuviera las dimensiones de la A1x si gracias a ese sacrificio puedo mantener su batería de 330 mAh.

¡Nos leemos!

Interruptores magnetotérmicos y diferenciales

Por diversos motivos estoy acostumbrado a tratar con diversos dispositivos eléctricos y electrónicos; y precisamente por eso uno puede perder un poco la noción de las cosas y creer que todo el mundo tiene ciertos conocimientos sobre estos temas.

Sin embargo, el otro día me di cuenta mientras hablaba con mis padres de que hay mucha gente a la que le suena eso del magnetotérmico y el diferencial, pero sólo sabe que son unas teclas que están en el cuadro eléctrico de la entrada de la vivienda y poco más.

Tras aquella charla en la que con un par de esquemas y unas breves explicaciones parece que les quedó claro para qué sirve cada cosa, se me ocurrió escribir esta entrada de modo que entendáis lo que es un interruptor magnetotérmico y un interruptor diferencial sin meterme en detalles técnicos; pues aunque se instalan juntos su función es completamente diferente y creo que son unos conceptos que pueden ser de utilidad a cualquier persona.

Un par de apuntes sobre electricidad

La electricidad es la energía que hace funcionar a la práctica totalidad de los aparatos que tenemos en casa y viene definida por dos magnitudes principales: la tensión y la intensidad. Obviamente hay muchas más, pero para lo que a nosotros nos interesa nos basta con estas que os comento.

rayos (2)

La tensión es la diferencia de potencial que existe entre dos polos o entre el hilo neutro y uno de los polos (dependiendo del tipo de instalación) y se mide en Voltios. Si medimos la tensión existente entre las bornas de cualquiera de los enchufes de nuestra casa obtendremos 220 V, que es la tensión a la que funcionan todos los aparatos domésticos en España.

Por su parte, la intensidad es la medida de la cantidad de corriente eléctrica que está pasando por un cable y viene dada en amperios (A). La corriente eléctrica no es más que un flujo de electrones que se desplazan por un conductor, y la medida de la intensidad cuantifica ese movimiento.

Si lo queréis ver con un símil podemos imaginar la corriente eléctrica como el torrente de un río: la tensión podría ser el equivalente al ancho del mismo, mientras que la corriente sería la cantidad de agua que pasa por su cauce. La combinación de ambas nos daría un determinado caudal, que en electricidad sería la potencia eléctrica (que es el producto de la tensión por la corriente).

Para obtener una misma potencia eléctrica podemos tener un río estrecho pero por el que circule mucha agua o bien uno más ancho pero por el que circule menos agua. En electricidad ocurre lo mismo: para obtener una determinada potencia eléctrica podemos tener una tensión alta y una corriente baja o bien una tensión de pocos voltios pero una corriente eléctrica muy alta.

El pausado discurrir del Henares

En todo caso, aunque la similitud de conceptos entre caudal de agua y corriente eléctrica es acertado, no es tan fiel a la realidad como me gustaría porque la electricidad necesita un circuito cerrado para circular. Es decir, que la corriente sale del enchufe por uno de sus polos, llega hasta la carga (el aparato eléctrico de turno) y regresa por el otro cable para salir por el polo contrario a diferencia del agua del río, que parte de un punto A y llega hasta un punto B sin posibilidad de retorno.

Pero centrándonos en el tema principal del artículo, os indicaré que puesto que en la inmensa mayoría de las instalaciones la tensión permanece constante y con lo que se «juega» es con la intensidad eléctrica, los dos sistemas de protección que vamos a ver en este artículo van a estar basados en esta magnitud eléctrica:

Interruptor magnetotérmico

El interruptor magnetotérmico es un dispositivo diseñado para proteger la instalación eléctrica (y los aparatos conectados a ella) tanto de sobrecargas como de cortocircuitos conectándose en el cuadro eléctrico de entrada a la vivienda. En realidad suele haber varios de ellos, ya que por lo general la distribución eléctrica de la vivienda se realiza en varias líneas, necesitando un interruptor de este tipo para cada una de ellas.

Los magnetotérmicos, como su propio nombre indica, poseen dos sistemas de protección ante el paso de corriente: uno de tipo magnético y otro de tipo térmico.

Protección magnética

El magnético se basa en una bobina que, colocada en serie con la corriente, no se activa a no ser que circule por ella una intensidad varias veces superior a la nominal (habitualmente entre 5 y 10 veces para instalaciones domésticas). Este margen se da para que el magnetotérmico no se dispare durante los arranques de ciertos aparatos con motores potentes (aspiradoras, lavavajillas…) porque suelen meter unos picos de corriente bastante elevados en el preciso momento de su puesta en marcha.

La protección magnética sirve para proteger la instalación ante cortocircuitos (contacto directo entre dos conductores de la instalación), ya que cuando tiene lugar uno de ellos la intensidad aumenta de forma brutal (en teoría se hace infinita) y la bobina a la que me refería antes entra en acción instantáneamente abriendo el circuito y cortando, por tanto, el paso de la corriente eléctrica.

Osciloscopio nocturno

Protección térmica

Por su parte, la protección térmica está encaminada sobre todo a proteger el cableado de la instalación, ya que se trata de una lámina bimetálica que se curvará en mayor o menor medida en función de la cantidad de corriente que circule por ella. Esto es debido a que cuando por un conductor circula una corriente éste se calentará en función de la intensidad, de modo que si esta se mantiene durante unos instantes por encima de la nominal que soporta el interruptor, la lámina bimetálica se curvará más de la cuenta y abrirá el circuito eléctrico evitando que una corriente demasiado elevada pueda quemar los cables de la instalación eléctrica.

El sistema de protección térmica va a dispararse en aquellos casos en los que estamos sobrepasando el consumo máximo de la instalación eléctrica y para el cual han sido dimensionados los cables. Un caso típico de esto es cuando empezamos a poner en marcha varios electrodomésticos de cierto consumo (secador de pelo, aire acondicionado, vitrocerámica, microondas…) y en un momento determinado comprobamos que «se ha ido la luz».

Cuando se dispara cualquiera de las dos protecciones que hay en un magnetotérmico debemos de corregir la situación que ha propiciado su activación y a continuación subir la palanca que posee para así rearmar el circuito. En caso de que la situación que ha provocado su disparo no se haya subsanado como medida de seguridad no será posible rearmar el automático por mucho que lo intentemos.

Dibujando en el aire

Por cierto, si os acercáis al cuadro eléctrico de casa veréis que los interruptores magnetotérmicos son de un tamaño bastante pequeño (poco más que una caja de cerillas, como el que podéis ver al principio de esta sección) y suelen estar calibrados, por lo general, para corrientes de entre 6 y 25 A dependiendo del diseño de la red eléctrica.

Sin embargo, a modo de curiosidad, os puedo decir que el otro día tuve en la mano un magnetotérmico industrial de 250 A perteneciente y su tamaño es similar al de un tetra-brick de litro (y del peso ni hablamos, claro). Si tenemos en cuenta que ese interruptor que os digo es pequeño en comparación con los que os podéis encontrar en los sistemas de iluminación de aeropuertos y cosas así, os daréis cuenta de que lo que tenemos en casa es prácticamente de juguete.

Interruptor diferencial

El diferencial tiene como misión evitar que una persona que toque un conductor de la instalación se pueda quedar electrocutada por conducir la electricidad a través de su cuerpo; y de ahí que sea un componente vital en cualquier instalación eléctrica para garantizar la seguridad de las personas que la utilicen.

Como os decía anteriormente, para que la corriente eléctrica pueda circular es necesario cerrar el circuito por el que transita, y si por lo que sea tocamos un cable eléctrico sin estar aislados del suelo, nuestro propio cuerpo va a hacer de «cable» llevando la electricidad a tierra con el riesgo de electrocución que esto conlleva.

Los diferenciales se basan en un principio muy simple y es que la intensidad que entra por uno de los cables de un circuito eléctrico es igual a la que sale por el otro tal y como muestra el siguiente esquema:

Dentro del diferencial hay una toroidal que se encarga de monitorizar constantemente tanto la corriente de entrada como la de salida. Por tanto, en caso de que esas corrientes no tengan el mismo valor es que se está derivando directamente a tierra por algún sitio (posiblemente a través de una persona que ha tocado una parte de la carga mal aislada) y como medida de seguridad el interruptor se abre cortando la corriente. Esta sería la situación representada por la siguiente figura:

Para instalaciones domésticas se suelen emplear diferenciales de 30 mA y 25 mseg con objeto de garantizar la seguridad de las personas, ya que cualquier derivación a tierra provocará el disparo casi instantáneo del interruptor. En caso de instalaciones industriales se suelen emplear valores más elevados (sensibilidades de 300 mA o incluso algo más para los diferenciales más generales) porque al haber tantos elementos puede darse el caso de que algunos de ellas tengan pequeñas derivaciones a tierra sin que ello suponga un riesgo para la seguridad y evitando así que el diferencial esté saltando cada poco tiempo con los problemas que esto acarrearía.

Lo más importante de un diferencial es pulsar de vez en cuando (hay fabricantes que recomiendan hacerlo mensualmente, mientras que otros indican una frecuencia anual) el botón Test que todos poseen en su frontal. Al presionarlo el interruptor diferencial debería de dispararse instantáneamente demostrando que el dispositivo funciona a la perfección y dándonos la seguridad de que en caso de sufrir una descarga eléctrica estaremos debidamente protegidos frente a sus nefastas consecuencias. Cuando el diferencial se dispara hay que rearmarlo manualmente igual que hacíamos con los magnetotérmicos; pero un disparo no provocado del diferencial representa un problema grave, por lo que se recomienda revisar la instalación eléctrica para evitar riesgos.

La seguridad es lo primero

Como os comentaba al principio de este artículo, mucha gente sabe de la existencia de estos dispositivos de protección pero no tiene demasiado claro para qué sirven. Precisamente por ese desconocimiento es por lo que hay incluso algunas personas que ante repetidos disparos llega al extremo de puentearlos para que así no vuelva a «irse la luz».

Después de haber leído estos párrafos sobre el funcionamiento y la razón de ser de estas protecciones que todos tenemos en casa os imaginaréis que hacer algo así es una auténtica locura; pero aun así os aseguro que hay bastante gente que cada vez que cambia una bombilla se juega la vida porque en caso de tener el diferencial «trucado» lo que sería un simple chispazo se convertiría en una descarga continuada que puede llevar a esa persona incluso a la muerte.

A la electricidad no hay que tenerle miedo porque es una forma de energía muy segura siempre y cuando se cumplan todas las medidas de protección estipuladas. Y si con este artículo he conseguido haceros entender qué son esas palanquitas que hay en el cuadro eléctrico de vuestra casa me doy por satisfecho porque sé que la próxima vez que se os vaya la luz tendréis claro qué es lo que ha propiciado esa situación y trataréis de evitarlo en el futuro.

Diferencias entre tubos de extensión y duplicadores

Leyendo algunos foros de fotografía me doy cuenta de que hay bastante gente que confunde dos accesorios que poco tienen que ver entre ellos: los tubos de extensión y los duplicadores.

Éste equívoco que os comento se debe a que ambos elementos tienen una forma externa muy similar y se utilizan del mismo modo: colocándolos entre la bayoneta de la cámara y nuestro objetivo; aunque enseguida vamos a ver que la finalidad de ambos no tiene nada que ver.

Tubos de extensión

Aunque ya hablé extensamente de mis tubos de extensión en una entrada sobre fotografía macro económica, no está de más recordar que se trata de un elemento metálico hueco regulable en longitud al estar dividido en varios tramos que se pueden encajar entre si y que se utiliza para reducir la distancia mínima de enfoque de un objetivo mediante la separación física de la óptica con respecto al plano del sensor, logrando así ratios de ampliación mayores.

De todos modos, la gran desventaja de utilizar tubos de extensión es que vamos a perder la posibilidad de enfocar a infinito, de modo que el empleo de este elemento sólo tiene sentido para fotografías de tipo macro porque la cámara se va a volver «miope» mientras los estemos empleando. Además, al intercalar los tubos entre la cámara y el objetivo vamos a perder algo de calidad de imagen así como cierta luminosidad en función de la longitud empleada y con los tubos más básicos también perderemos todos los automatismos de la cámara.

Duplicadores

Los duplicadores (hay gente que también los llama multiplicadores) son elementos ópticos que se colocan entre el cuerpo de la cámara y el objetivo aumentando la distancia focal del mismo al multiplicarla por un factor determinado pero sin reducir la distancia mínima de enfoque. En concreto, lo más habitual es que los duplicadores se fabriquen en 1.4x, 1.7x y 2x y, como os digo, se trata de un elemento con lentes en su interior cuyo inconveniente principal es la pérdida de nitidez y luminosidad con la que lastra al objetivo al que se acopla; pero con la ventaja de que siempre vamos a poder seguir enfocando a infinito.

Los duplicadores se emplean con grandes teleobjetivos muy luminosos (200 f/2, 70-200 f/2.8, 300 f/2.8…) porque en objetivos de prestaciones inferiores la pérdida de calidad va a ser muy notable y, en muchos casos, ni siquiera encajará físicamente en la montura de la óptica si esta no tiene la lente trasera bastante «hundida» en el cuerpo. Por tanto, si empleamos un duplicador de 2x en un 200 f/2.8 vamos a aumentar su distancia focal al doble (se convierte en un 400 mm) pero también vamos a perder dos pasos completos de apertura máxima, por lo que se quedará en un discreto f/5.6, que puede ir muy justito para fotografiar escenas con iluminación escasa. Del mismo modo, con determinados modelos podemos perder el autofocus o el sistema VR.

Resumiendo

Por lo tanto, para fotografiar la luna llena tratando de llenar el encuadre de nada os van a servir unos tubos de extensión porque sencillamente no podremos enfocar al infinito con ellos; siendo en ese caso necesario un objetivo con una distancia focal muy larga o, en su defecto, emplear un duplicador si nuestro teleobjetivo lo admite.

Luna llena de Agosto

Del mismo modo, los tubos de extensión os serán de utilidad si queréis hacer una fotografía a algo a escasos milímetros de distancia y no disponéis de un objetivo macro tal y como vimos en la entrada que os referencié anteriormente y que está ilustrada con algunos ejemplos gráficos. Puede que un duplicador nos permita acercarnos algo más al motivo a retratar debido al aumento de la distancia focal, pero se trata de elementos que cuestan varios cientos de euros y el resultado no será tan espectacular como con unos sencillos tubos de extensión.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia

En la época analógica no había diferencias tan grandes entre las cámaras réflex

Una breve reflexión fotográfica para terminar el fin de semana dándole un poco al coco:

Si uno se para a pensar cómo ha cambiado el mundo de la fotografía con la llegada de las cámaras digitales se da cuenta de que en la época de las réflex de carrete no había tanta diferencia entre unas cámaras y otras: si montábamos el mismo objetivo en una Nikon F5 (modelo tope de gama en los años 90) y una Nikon F50 (el modelo réflex básico de la marca por aquellos años) empleando el mismo tipo de carrete podíamos conseguir unas fotografías prácticamente iguales en una cámara y en la otra.

Esto se debe a que los elementos físicos responsables de la calidad técnica (ojo, no artística) de las fotografías obtenidas eran más o menos los mismos en todos los modelos, ya que lo único que se interponía entre el negativo fotográfico y nuestra escena a retratar eran las lentes que conformaban el objetivo. Obviamente, los modos de medición eran más exactos en las cámaras más caras, el obturador era de mayor calidad y los sensores encargados del enfoque eran más precisos; pero el modo en el que la luz llegaba a tocar el negativo era exactamente el mismo en todas las cámaras.

Además, dado que el formato de negativo de 35mm era el mismo para todas las cámaras, la sensibilidad ante la luz, la calidad y el aspecto de las imágenes obtenidas era similar incluso en cámaras de distintas marcas. Es cierto que el uso de sensores digitales en las cámaras actuales ha supuesto una más que considerable reducción de costes para el usuario, pero no es menos cierto que gracias al sistema de carretes analógicos podíamos obtener un colorido sensacional prácticamente con cualquier cámara medianamente decente (se ve que mi Werlisa Club 35 no lo era).

Actualmente, las diferencias entre unos modelos y otros son enormes: para empezar tenemos baterías de mayor o menor capacidad (antes todo funcionaba por pilas), sensores de diferente calidad, resoluciones de 3, 6, 10, 12 ó 24 Megapíxels, filtros ultravioleta delante del sensor que varían la nitidez de las fotos según el modelo, cada cámara tiene una sensibilidad a los colores diferente por efecto de la electrónica interna, cada modelo responde con más o menos ruido a la misma ISO, el rango dinámico de una cámara de gama alta es mayor que una de gama básica…

No digo que ahora la cámara sea determinante para conseguir una buena imagen, porque de hecho el factor principal siempre es el propio fotógrafo más allá de aditamentos técnicos; pero no deja de ser curioso que la diferencia entre una cámara de gama alta y una de gama baja en la época analógica era mucho menor que en la era digital en la que nos encontramos inmersos.