Interruptores magnetotérmicos y diferenciales

Por diversos motivos estoy acostumbrado a tratar con diversos dispositivos eléctricos y electrónicos; y precisamente por eso uno puede perder un poco la noción de las cosas y creer que todo el mundo tiene ciertos conocimientos sobre estos temas.

Sin embargo, el otro día me di cuenta mientras hablaba con mis padres de que hay mucha gente a la que le suena eso del magnetotérmico y el diferencial, pero sólo sabe que son unas teclas que están en el cuadro eléctrico de la entrada de la vivienda y poco más.

Tras aquella charla en la que con un par de esquemas y unas breves explicaciones parece que les quedó claro para qué sirve cada cosa, se me ocurrió escribir esta entrada de modo que entendáis lo que es un interruptor magnetotérmico y un interruptor diferencial sin meterme en detalles técnicos; pues aunque se instalan juntos su función es completamente diferente y creo que son unos conceptos que pueden ser de utilidad a cualquier persona.

Un par de apuntes sobre electricidad

La electricidad es la energía que hace funcionar a la práctica totalidad de los aparatos que tenemos en casa y viene definida por dos magnitudes principales: la tensión y la intensidad. Obviamente hay muchas más, pero para lo que a nosotros nos interesa nos basta con estas que os comento.

rayos (2)

La tensión es la diferencia de potencial que existe entre dos polos o entre el hilo neutro y uno de los polos (dependiendo del tipo de instalación) y se mide en Voltios. Si medimos la tensión existente entre las bornas de cualquiera de los enchufes de nuestra casa obtendremos 220 V, que es la tensión a la que funcionan todos los aparatos domésticos en España.

Por su parte, la intensidad es la medida de la cantidad de corriente eléctrica que está pasando por un cable y viene dada en amperios (A). La corriente eléctrica no es más que un flujo de electrones que se desplazan por un conductor, y la medida de la intensidad cuantifica ese movimiento.

Si lo queréis ver con un símil podemos imaginar la corriente eléctrica como el torrente de un río: la tensión podría ser el equivalente al ancho del mismo, mientras que la corriente sería la cantidad de agua que pasa por su cauce. La combinación de ambas nos daría un determinado caudal, que en electricidad sería la potencia eléctrica (que es el producto de la tensión por la corriente).

Para obtener una misma potencia eléctrica podemos tener un río estrecho pero por el que circule mucha agua o bien uno más ancho pero por el que circule menos agua. En electricidad ocurre lo mismo: para obtener una determinada potencia eléctrica podemos tener una tensión alta y una corriente baja o bien una tensión de pocos voltios pero una corriente eléctrica muy alta.

El pausado discurrir del Henares

En todo caso, aunque la similitud de conceptos entre caudal de agua y corriente eléctrica es acertado, no es tan fiel a la realidad como me gustaría porque la electricidad necesita un circuito cerrado para circular. Es decir, que la corriente sale del enchufe por uno de sus polos, llega hasta la carga (el aparato eléctrico de turno) y regresa por el otro cable para salir por el polo contrario a diferencia del agua del río, que parte de un punto A y llega hasta un punto B sin posibilidad de retorno.

Pero centrándonos en el tema principal del artículo, os indicaré que puesto que en la inmensa mayoría de las instalaciones la tensión permanece constante y con lo que se «juega» es con la intensidad eléctrica, los dos sistemas de protección que vamos a ver en este artículo van a estar basados en esta magnitud eléctrica:

Interruptor magnetotérmico

El interruptor magnetotérmico es un dispositivo diseñado para proteger la instalación eléctrica (y los aparatos conectados a ella) tanto de sobrecargas como de cortocircuitos conectándose en el cuadro eléctrico de entrada a la vivienda. En realidad suele haber varios de ellos, ya que por lo general la distribución eléctrica de la vivienda se realiza en varias líneas, necesitando un interruptor de este tipo para cada una de ellas.

Los magnetotérmicos, como su propio nombre indica, poseen dos sistemas de protección ante el paso de corriente: uno de tipo magnético y otro de tipo térmico.

Protección magnética

El magnético se basa en una bobina que, colocada en serie con la corriente, no se activa a no ser que circule por ella una intensidad varias veces superior a la nominal (habitualmente entre 5 y 10 veces para instalaciones domésticas). Este margen se da para que el magnetotérmico no se dispare durante los arranques de ciertos aparatos con motores potentes (aspiradoras, lavavajillas…) porque suelen meter unos picos de corriente bastante elevados en el preciso momento de su puesta en marcha.

La protección magnética sirve para proteger la instalación ante cortocircuitos (contacto directo entre dos conductores de la instalación), ya que cuando tiene lugar uno de ellos la intensidad aumenta de forma brutal (en teoría se hace infinita) y la bobina a la que me refería antes entra en acción instantáneamente abriendo el circuito y cortando, por tanto, el paso de la corriente eléctrica.

Osciloscopio nocturno

Protección térmica

Por su parte, la protección térmica está encaminada sobre todo a proteger el cableado de la instalación, ya que se trata de una lámina bimetálica que se curvará en mayor o menor medida en función de la cantidad de corriente que circule por ella. Esto es debido a que cuando por un conductor circula una corriente éste se calentará en función de la intensidad, de modo que si esta se mantiene durante unos instantes por encima de la nominal que soporta el interruptor, la lámina bimetálica se curvará más de la cuenta y abrirá el circuito eléctrico evitando que una corriente demasiado elevada pueda quemar los cables de la instalación eléctrica.

El sistema de protección térmica va a dispararse en aquellos casos en los que estamos sobrepasando el consumo máximo de la instalación eléctrica y para el cual han sido dimensionados los cables. Un caso típico de esto es cuando empezamos a poner en marcha varios electrodomésticos de cierto consumo (secador de pelo, aire acondicionado, vitrocerámica, microondas…) y en un momento determinado comprobamos que «se ha ido la luz».

Cuando se dispara cualquiera de las dos protecciones que hay en un magnetotérmico debemos de corregir la situación que ha propiciado su activación y a continuación subir la palanca que posee para así rearmar el circuito. En caso de que la situación que ha provocado su disparo no se haya subsanado como medida de seguridad no será posible rearmar el automático por mucho que lo intentemos.

Dibujando en el aire

Por cierto, si os acercáis al cuadro eléctrico de casa veréis que los interruptores magnetotérmicos son de un tamaño bastante pequeño (poco más que una caja de cerillas, como el que podéis ver al principio de esta sección) y suelen estar calibrados, por lo general, para corrientes de entre 6 y 25 A dependiendo del diseño de la red eléctrica.

Sin embargo, a modo de curiosidad, os puedo decir que el otro día tuve en la mano un magnetotérmico industrial de 250 A perteneciente y su tamaño es similar al de un tetra-brick de litro (y del peso ni hablamos, claro). Si tenemos en cuenta que ese interruptor que os digo es pequeño en comparación con los que os podéis encontrar en los sistemas de iluminación de aeropuertos y cosas así, os daréis cuenta de que lo que tenemos en casa es prácticamente de juguete.

Interruptor diferencial

El diferencial tiene como misión evitar que una persona que toque un conductor de la instalación se pueda quedar electrocutada por conducir la electricidad a través de su cuerpo; y de ahí que sea un componente vital en cualquier instalación eléctrica para garantizar la seguridad de las personas que la utilicen.

Como os decía anteriormente, para que la corriente eléctrica pueda circular es necesario cerrar el circuito por el que transita, y si por lo que sea tocamos un cable eléctrico sin estar aislados del suelo, nuestro propio cuerpo va a hacer de «cable» llevando la electricidad a tierra con el riesgo de electrocución que esto conlleva.

Los diferenciales se basan en un principio muy simple y es que la intensidad que entra por uno de los cables de un circuito eléctrico es igual a la que sale por el otro tal y como muestra el siguiente esquema:

Dentro del diferencial hay una toroidal que se encarga de monitorizar constantemente tanto la corriente de entrada como la de salida. Por tanto, en caso de que esas corrientes no tengan el mismo valor es que se está derivando directamente a tierra por algún sitio (posiblemente a través de una persona que ha tocado una parte de la carga mal aislada) y como medida de seguridad el interruptor se abre cortando la corriente. Esta sería la situación representada por la siguiente figura:

Para instalaciones domésticas se suelen emplear diferenciales de 30 mA y 25 mseg con objeto de garantizar la seguridad de las personas, ya que cualquier derivación a tierra provocará el disparo casi instantáneo del interruptor. En caso de instalaciones industriales se suelen emplear valores más elevados (sensibilidades de 300 mA o incluso algo más para los diferenciales más generales) porque al haber tantos elementos puede darse el caso de que algunos de ellas tengan pequeñas derivaciones a tierra sin que ello suponga un riesgo para la seguridad y evitando así que el diferencial esté saltando cada poco tiempo con los problemas que esto acarrearía.

Lo más importante de un diferencial es pulsar de vez en cuando (hay fabricantes que recomiendan hacerlo mensualmente, mientras que otros indican una frecuencia anual) el botón Test que todos poseen en su frontal. Al presionarlo el interruptor diferencial debería de dispararse instantáneamente demostrando que el dispositivo funciona a la perfección y dándonos la seguridad de que en caso de sufrir una descarga eléctrica estaremos debidamente protegidos frente a sus nefastas consecuencias. Cuando el diferencial se dispara hay que rearmarlo manualmente igual que hacíamos con los magnetotérmicos; pero un disparo no provocado del diferencial representa un problema grave, por lo que se recomienda revisar la instalación eléctrica para evitar riesgos.

La seguridad es lo primero

Como os comentaba al principio de este artículo, mucha gente sabe de la existencia de estos dispositivos de protección pero no tiene demasiado claro para qué sirven. Precisamente por ese desconocimiento es por lo que hay incluso algunas personas que ante repetidos disparos llega al extremo de puentearlos para que así no vuelva a «irse la luz».

Después de haber leído estos párrafos sobre el funcionamiento y la razón de ser de estas protecciones que todos tenemos en casa os imaginaréis que hacer algo así es una auténtica locura; pero aun así os aseguro que hay bastante gente que cada vez que cambia una bombilla se juega la vida porque en caso de tener el diferencial «trucado» lo que sería un simple chispazo se convertiría en una descarga continuada que puede llevar a esa persona incluso a la muerte.

A la electricidad no hay que tenerle miedo porque es una forma de energía muy segura siempre y cuando se cumplan todas las medidas de protección estipuladas. Y si con este artículo he conseguido haceros entender qué son esas palanquitas que hay en el cuadro eléctrico de vuestra casa me doy por satisfecho porque sé que la próxima vez que se os vaya la luz tendréis claro qué es lo que ha propiciado esa situación y trataréis de evitarlo en el futuro.

El apasionante mundo del té

Soy un apasionado del té; eso es algo que todo el que me conoce sabe muy bien. Una estampa muy habitual en mí es el estar en el ordenador escribiendo con una humeante taza de té al lado para «inspirarme» sea la época del año que sea.

El caso es que hoy os quería hablar un poco por encima del mundo del té, pues degustar un té es mucho más que el mero hecho de tomarse un cierto tipo de infusión, ya que el té es toda una ceremonia con su ritual particular, sus elementos y sus características propias.

No os preocupéis, pues me voy a quedar en la superficie del tema, ya que esto da para escribir párrafos y párrafos y no es ni mucho menos mi intención el aburriros de mala manera; el tiempo en general escasea y no seré yo el que os lo haga perder.

Vamos a repasar un poco de carrerilla qué es el té, qué variedades hay y qué formas hay de prepararse una buena bebida en casa que sea capaz de dar una alegría al paladar y que además tenga propiedades saludables. Espero que os guste este pequeño reportaje 😉

¿QUÉ ES EL TÉ?

Bajo el nombre de «té» (o «cha» en Japón, Rusia y Portugal) se oculta todo un entramado de términos, variedades, procesos y elementos que al no iniciado en este mundillo pueden sonar un poco a chino.

El té es una bebida preparada con las hojas de un arbusto llamado camellia sinensis que crece principalmente en China, India, Japón, Kenia y Nepal, aunque puede ser cultivado en muchos otros lugares de forma artificial. Estas hojas se cortan del arbusto, se someten a un proceso de oxidación y se desecan para dar lugar al té que luego nosotros prepararemos en casa mediante un proceso de infusión en agua caliente.

Básicamente todos los tipos de té provienen de la misma planta, y sus diferencias vienen dadas por el proceso de elaboración que luego veremos más en detalle y las sustancias que acompañen a dichas hojas. Por ejemplo, el típico «té verde con menta» no son más que hojas de té recién cortadas con algunas hojas de hierbabuena añadidas.

TRES FORMAS DE PREPARAR UN TÉ

Bueno, de primeras he de comentar que hay varios «niveles» a la hora de preparar un té, y normalmente están basados en el tiempo del que dispongamos o lo que nos queramos complicar a la hora de prepararlo. Cuanto más alto sea el escalón mejor quedará el té (siempre que lo preparemos correctamente, claro) y mayor satisfacción personal obtendremos:

I – En un primer escalón están las bolsitas de té que todos conocemos: es un medio rápido y sencillo de tomar un té. Se calienta agua, se mete la bolsita, se espera el tiempo especificado (tema del que luego os hablaré), se saca la bolsita y se bebe con cuidado de no quemarnos.

Hay muchos tipos y muchas marcas de té en bolsitas, pero si me tuviera que quedar sólo con una sería la de Earl Gray Tea de la marca Twinnings.

II – Si tenemos más ganas y más tiempo podemos optar por liarnos la manta a la cabeza un poco y comprar té en una tienda para prepararlo con ayuda de una de esas bolas metálicas que os pueden vender en el mismo establecimiento.

Podemos prepararlo de la siguiente manera (que es lo que yo hago cuando estoy un poco perezoso como para afrontar el tercer escalón): cogéis una taza y calentáis agua hasta que vaya a hervir. Hay una serie de temperaturas para cada tipo de té, pero podemos asumir que cuando el agua esté empezando a hervir está en su punto. Los puristas dirán que hay que calentar el agua a fuego lento (y les doy toda la razón; el método original es ese) pero si lo hacemos con ayuda de un microondas obtendremos un resultado bastante decente a cambio de un esfuerzo mínimo.

A continuación ponemos en la bola una cucharada de té del sabor que más nos guste e introducimos la bola en la taza dejándola reposar unos entre dos y cinco minutos en función de tipo de té que sea.

III – Por último está el modo de preparación con el que mejor suele quedar el té y por lo tanto el más recomendable cuando dispongamos de tiempo suficiente y ganas de saborear una buena infusión:

Podemos coger una tetera o bien una de esas tazas que tienen una especie de rejilla dentro para las hojas del té. La cosa es que esta vez en lugar de dejar las hojas dentro de una bola metálica o una bolsita de fieltro lo que vamos a hacer es dejar que las hojas se infusionen directamente en el agua, por lo que tendrán más espacio para expandirse y soltar en el agua las sustancias que contienen.

Claro, al final lo que vamos a tener es un «puré» de té bastante particular, pero si usamos una tetera con un poco de habilidad conseguiremos que lo que salga por ella al servirlo sea té sin muchas hojas en suspensión. Del mismo modo, si empleamos una de esas tazas que os comentaba no hay más que sacar la rejilla para que las hojas se queden en ella y podamos tomarnos el té sin necesidad de colarlo ni nada parecido.

LOS TIPOS DE TÉ

Aunque si vamos a una tienda especializada en té es muy posible que nos mareemos con la inmensa variedad existente en las estanterías, en realidad no hay más que cuatro tipos principales de té, siendo todo lo demás variaciones sobre lo mismo. Vamos a ir comentándolos desde el punto de vista de la oxidación.

La oxidación del té es el proceso de maduración del mismo. Muy similar al que sufren los vinos, pues dependiendo del tiempo de maceración se da lugar a sabores y olores muy diferentes. Nada más recoger las hojas del arbusto del té no están oxidadas nada en absoluto, de modo que en función del tiempo que luego esté almacenado en condiciones especiales vamos a obtener un tipo de té u otro:

· Té blanco: es un té recién recogido que es desecado sin dejarlo oxidar. Tiene un sabor muy suave y se suele tomar sin ningún tipo de edulcorante, pues cualquier sabor añadido lo desvirtuaría por completo. Su tiempo de infusión es muy breve, entre 2 y 3 minutos, pues los tés de este tipo dan un sabor muy amargo si los dejamos en infusión demasiado tiempo. Del mismo modo, la temperatura del agua ha de ser menor (del orden de 80 grados centígrados) para no «quemar» las delicadas hojas del té blanco.

· Té verde: el té verde se deja oxidar ligeramente antes de ser desecado. Lo más habitual en este tipo de té es hacer pequeñas bolitas con las hojas dándoles el nombre de gunpowder. El té verde, al igual que el blanco precisa de un tiempo de infusión breve y de una temperatura del agua no demasiado elevado. Lo peor que podemos probar en el mundo del té es uno de este tipo con demasiados minutos de infusión, pues adquirirá un sabor muy amargo que ni todo el azucar del mundo conseguirá eliminar.

Es un tipo de té famoso por sus beneficios para la salud y el más consumido en Japón y Asia en general. De hecho las ceremonias del té japonés se suelen realizar con este tipo de té.

· Oolong: está a medio camino de los tés verde y negro, pues lleva un proceso de oxidación de unos tres días. Es una variedad muy popular en China y posee el aroma del té negro pero con el sabor suave del té verde. Al igual que el té verde se suelen formar pequeñas bolitas con las hojas del té a la hora de envasarlo para su puesta a la venta.

Como curiosidad añadiré que la palabra «oolong» sinifica en chino «dragón negro», y es que el origen de este tipo de té está envuelto en leyendas asiáticas que hablan de dinastías, montes, dragones de piel oscura y todo tipo de historias que van pasando de generación en generación.

· Té negro: es lo que los occidentales solemos conocer como «té», pues la inmensa mayoría del que se consume por aquí es de esta variedad. El nombre proviene del color de sus hojas, pues han sido sometidas a un fuerte proceso de oxidación, aunque en China se le llama «té rojo» porque al fin y al cabo la bebida resultante es de ese color vista al trasluz.

El té negro suele estar muy picado (habitual en las bolsitas ya preparadas a las que antes me refería) o bien en hojas enrolladas sobre si mismas. Por lo general, cuanto más picado está el té de peor calidad será, pero como en todo en la vida hay excepciones y también en ello entra el gusto personal de cada uno, así que no voy a dar más vueltas sobre ese tema.

El té negro es el que más temperatura del agua precisa para poder ser infusionado correctamente, ya que idealmente ha de estar entre 90 y 100 grados centígrados (es decir, que cuando veamos que el agua comienza a hervir es el momento de apagar el fuego y poner el té en ella).

· Pu-erh: el llamado pu-erh es una variedad de té con características un poco peculiares, pues además de la oxidación propia del té después es sometido a un proceso de fermentación que puede durar bastantes años. El pu-erh se prepara en «ladrillos» que luego son desmenuzados a la hora de ponerlo a la venta en herbolarios y tiendas especializadas en té e infusiones.

Este tipo de té es de gran popularidad en China por sus propiedades digestivas y antioxidantes hasta tal punto que allí es considerado una bebida medicinal y artífice de una buena salud para la gente que lo toma habitualmente. Aquí lo podemos encontrar en estado puro con su sabor intenso no tolerado por todo el mundo o bien mezclado con otros sabores (os recomiendo los de canela y vainilla 😉 )

EL TIEMPO DE INFUSIÓN: LA DIFERENCIA ENTRE UN BUEN Y UN MAL TÉ

El tiempo de reposo que han de estar las hojas del té en el agua caliente es tal vez el parámetro más importante a la hora de preparar un té: en general el tiempo de infusión varía entre los dos y los cinco minutos. Ya os dije al hablar de los diferentes tipos de té que en los blancos y verdes no ha de ser superior a tres minutos y en los tés negros no debemos superar los cinco o seis como máximo.

Esto por supuesto es algo que se aprende con la práctica, y de todos modos, lo que a mí me puede parecer un té amargo e imbebible, a otra persona le puede parecer que tiene un sabor fantástico, por lo que como os digo, lo mejor es coger un cronómetro e investigar por vuestra cuenta.

UNOS CONSEJOS FINALES

· Jamás de los jamases echéis agua a un té para enfriarlo. Si se quiere un té helado hay formas de prepararlo, pero enfriar unos grados un té caliente añadiendo agua o un cubito de hielo sólo consigue estropearlo por completo (comprobado personalmente).

· La leche casa muy bien con el té negro, pero no se os ocurra echar leche a un té verde o blanco, pues la leche casi seguro que se cortará y os quedará una bebida de color gris con terrones de nata flotando en la superficie (verificado por mi amigo Tomás 😉 )

· Puestos a elegir es mejor quedarse corto en el tiempo de infusión que pasarse. Si nos quedamos cortos vamos a obtener un té flojito de sabor, pero si nos pasamos nada será capaz de eliminar la sensación de amargor.

· El té contiene teína, que no es otra cosa que cafeína, de tal modo que un té oscuro antes de ir a la cama garantiza una fantástica noche de insomnio. La cantidad de teína / cafeína va en función del «color» del té, pues tiene que ver con la oxidación: los tés negros tienen casi tanta como una taza de café y los tés blancos apenas contienen nada.

· Las teteras no se friegan. Aunque pueda parecer una guarrada, una tetera es mejor cuantos más tés lleva hechos, ya que se forma una capa oscura en su interior que hace que los que se preparen en el futuro sepan todavía mejor. Al fin y al cabo la tetera está más que desinfectada porque cada vez que preparamos un té en ella estamos hirviendo el agua y por tanto mueren todos los microbios que pueda haber en ella.

Y bueno, poco más tengo que añadir. Me queda comentaros nada más que llegué al mundo del té por un amigo que era aficionado y se empeñó en contarme las excelencias de esta bebida, que, aunque parezca difícil de creer es la más consumida en el mundo después del agua. Por detrás del té están el eterno café y la omnipresente coca-cola, y es que aunque en nuestro país no sea una costumbre muy extendida, en otros lugares del mundo la ceremonia del té es una verdadera religión.

Si nunca os habéis parado a probar un buen té, esta es una buena idea pedirle a algún amigo / familiar que sepa del tema que os prepare uno. O si no también podéis pedir uno la próxima vez que vayáis a una cafetería. Ya veréis como poco a poco le vais cogiendo el gusto al tema y os empieza a picar el gusanillo de probar nuevos tipos de tés, mezclarlos, probar con diferentes técnicas y en definitiva montar vuestro propio universo alrededor de estas hojas que todos los días se consumen en el mundo por toneladas.

Si alguno de vosotros, después de leer esto, se levanta y decide prepararse un té entonces el tiempo invertido en este post habrá merecido la pena.

¡Un saludo! 🙂

Radiohead tocarán a mediados de Junio en España

Pues sí, amigos y amigas, resulta que el tour internacional de Radiohead para el próximo verano tendrá parada en nuestro país; más concretamente en Barcelona. Todavía no hay fecha definitiva (será entre el 10 y el 14 de Junio) ni entradas a la venta, pero el caso es que van a venir, y con eso ya está todo dicho 😉

Más información en http://www.radiohead.com/tourdates/

Los Planetas

Hace mucho mucho tiempo en una galaxia muy lejana… No, tranquilos, no os voy a hablar de Star Wars, que seguro que estáis hechos unos expertos en la materia 😛 Hoy quería hablaros un poco de cómo descubrí a este grupo granadino llamado Los Planetas y en qué sentido supuso un punto de inflexión en mi vida personal. Para mañana os hablaré del que para mí es su disco más completo: Una semana en el motor de un autobús.

Veréis, había oído hablar de Los Planetas alguna vez antes de conocerlos, pero vamos, lo típico de «ah sí, me suena el nombre y tal» pero en realidad no sabía nada sobre ellos. La cosa es que ya tenía ganas de escucharlos por las buenas críticas que había leído sobre el grupo y, casualidades de la vida, llegaron en un momento en el que no me podían haber venido mejor.

Yo no lo estaba pasando demasiado bien porque acababa de romper una relación con una chica que venía desde hacía más de dos años. Me sentía engañado, frustrado, desilusionado… pero no era capaz de expresar todo lo que sentía. Sin embargo, en una noche de insomnio total y absoluto, a las tantas de la madrugada puse «La 2» y estaban Los conciertos de Radio 3. En el de ese día un tío con una camiseta muy cutre y unos pelos que no debían haber sido peinados en semanas cantaba algo sobre una playa; no era capaz de entenderle muy bien entre que se estaba zampando el micro y sobre todo que su vocalización era bastante deficiente, pero la cancioncilla se me quedó en la cabeza y al día siguiente me descubrí a mí mismo tarareándola (la melodía, porque la letra seguía siendo un auténtico misterio). Os pongo a continuación el vídeo de la canción en cuestión (que resultó llamarse simplemente La Playa).

Bueno, el caso es que poco a poco fui buscando información sobre ellos, descargando canciones, mirando lo que decía la gente por los foros y me fui dando cuenta de que era el grupo que yo necesitaba en esos momentos: J (el cantante y letrista del grupo) solía componer canciones con muy mala leche que parecían dirigidas a exnovias que nos habían hecho la vida imposible en el pasado, de modo que enseguida adopté como propias una serie de piezas que con el tiempo me he ido dando cuenta de que son absolutamente míticas dentro de la historia del grupo. Algunas de ellas tienen títulos como Segundo premio, Maniobra de Evasión o Plan de fuga.

Pero bueno, una vez pasada la etapa de «información inicial» decidí completar la discografía del grupo, y creí que lo mejor sería empezar por su disco más mítico, que es el mencionado Una Semana En El Motor De Un Autobús, del que hace bastante tiempo (más de tres años) escribí toda una historia tratando de descifrar su significado en el foro del grupo y gracias a la cual me reconoció «en la vida real» mi amiga Carol en un concierto de Los Niños Mutantes hace ya tiempo (más casualidades de la vida).

En fin, el caso es que con el tiempo me he ido comprando todos sus discos y la verdad es que es una de las cosas de las que más orgulloso me siento de tener. Si un grupo te gusta no hay nada como mimarlo y tener sus discos originales para poder perderte entre sus libretos mientras escuchas su música.

Bueno, sin más voy a ir finalizando esta entrada dejando para el día de mañana el comentario sobre Una semana en el motor de un autobús (ya os advierto que es bastante largo, jeje). Pero no me iré sin antes deciros que si os llama la atención este tipo de música y no conocéis a este grupo, le echeis un vistazo a algo sobre ellos porque a lo mejor os ocurre algo parecido a mí y descubrís al grupo de vuestra vida (aunque Los Planetas ya no son lo que eran en sus mejores tiempos todavía guardan algo de la esencia que les caracteriza).

¡¡Un saludo!! 🙂

40 años no son nada…

Veréis, tengo auténtica pasión por las fotografías antiguas de los sitios que conozco, por lo que siempre ando buscando por las librerías material de este tipo. En el caso de Alcalá de Henares, hay un libro MUY BUENO llamado «Alcalá en Blanco y Negro» (ISBN: 84-87914-53-5) con más de cien fotografías de la ciudad hacia los años 60, época en la que este lugar era poco más que un pueblo en el que sólo las calles principales estaban asfaltadas. Todas las imágenes presentes en dicho volumen son de Baldomero Perdigón Puebla, quien colabora habitualmente con la prensa local y participa en certámentes de cine y fotografía, demostrando que pese a sus 69 años tiene muchas inquietudes.

Pues bien, hace cosa de tres años se me ocurrió la idea de ir recorriendo la ciudad cámara en mano para tratar de repetir las fotos del libro desde exáctamente los mismos lugares para así ver de la manera más gráfica posible los cambios que han acontecido aquí. Me armé también de un mapa y gracias a las descripciones de cada fotografía del libro fui marcando paciéntemente todos los puntos en los que se habían hecho las tomas. Luego, a lo largo de más o menos un mes, fui recorriendo cada rincón de la ciudad para retratarlo en la actualidad y así comparar lo que Alcalá era con lo que es hoy en día.

Comentar que la cámara con la que hice las fotografías era una HP Photosmart 635 de lo más normalita y que por eso algunas imágenes no tienen la calidad que me hubiera gustado, pero es que aquel modelo tenía la peculiaridad de «saturarse» en cuanto había zonas de luces y sombras quedando las zonas soleadas prácticamente de color blanco.

Fruto de aquello fue la reproducción de más de 80 fotografías (de las que os voy a mostrar 16) comparadas con sus homónimas de hace 40 años. No voy a poner todas por varios motivos:

  • No quiero buscarme problemas de copyright: las fotos antiguas que pongo están hechas con poca calidad directamente al libro. Si queréis verlas en detalle, hacéos con el libro, que no es excesivamente caro y merece mucho la pena si os interesa el tema. Si no lo encontráis, es posible que esté en alguna biblioteca municipal de la ciudad de Alcalá. Por cierto, recuerdo a los señores de la SGAE que yo no gano un duro con esto, por lo que no creo que esté incurriendo en ningún delito al mostrar estas fotos, ya que además estoy citando al autor y al libro donde se pueden encontrar y que tengo en mi casa desde hace varios años.
  • Sería muy pesado mostrar más de 80 fotos aquí. A lo mejor viéndolas con unos amigos y comentándolas se haría ameno, pero creo que sería un ladrillo intragable mostraros la totalidad de ellas de golpe.
  • Y por último, pues ocurre que algunas de ellas no quedaron demasiado bien por los motivos que os comentaba antes al hablar de la cámara que tenía por aquel entonces. Hoy podría hacerlas bastante mejor con la cámara que tengo, pero sinceramente, no tengo tiempo ni ganas de volver a recorrer la ciudad haciendo fotos de cada rincón. Una vez es muy entretenido, pero una segunda ya cansaría. Insisto en que me pasé un mes yendo casi todos los días a un rincón distinto de la ciudad.

Bueno, pues sin más os dejo con las fotografías. En cada par de fotos tenéis arriba la imagen en la década de los 60 y justo debajo está la imagen en la actualidad. Espero que os gusten.

¡Gracias Baldomero por ese trabajo tan fantástico; tómate esto como un homenaje a tu persona! 🙂


Travesía de Avellaneda desde la calle Escritorios. 1963


Calle Portilla desde la Travesía de Portilla. 1961


Calle de las Claras desde la calle Trinidad. 1962


Calle de las Damas desde la calle Santa Catalina. 1962


Calle de la Infanta Catalina desde la calle de las Damas. 1961


Calle de Cervantes desde la calle Mayor. 1962


Calle San Felipe desde la plaza del Padre Lecanda. 1963


Calle Libreros desde la Plaza de Cervantes. 1963


Calle Nebrija desde la calle del Tinte. 1963


Calle Nueva desde la calle Mayor. 1963


Calle de Bustamante de la Cámara desde la plaza de Cervantes. 1962


Paseo de la estación. 1962


Plaza de Atilano Casado desde la calle del Angel. 1963


Casa señorial del siglo XVII en la calle Santa Úrsula. 1963


Convento de las Clarisas de San Diego en restauración. 1972


Carrera de coches antiguos. 1963

Algunos lugares apenas han cambiado, ¿verdad? 😉

Desmontando algunos mitos sobre las baterías de Li-ion

Las baterías de Li-ion (o baterías recargables de iones de litio) son las más comunes hoy en día en cualquier aparato electrónico desplazando a las de Ni-MH, que han quedado para las típicas pilas recargales para diskmans y demás. Son baterías que por su bajo peso y su rendimiento están especialmente indicadas en teléfonos móviles, MP3, ordenadores portátiles, cámaras de fotografía digital, navegadores GPS, videoconsolas portátiles…

No quiero enrollarme demasiado, así que iré directamente al tema que quería tratar, y que son los mitos que se han creado en torno a este tipo de baterías y que no son más que fruto de aplicar costumbres del pasado a nuevas tecnologías. Hay una serie de cosas que se leen por diversas páginas, foros y que nos cuentan los vendedores en muchas ocasiones y que como digo son consecuencia de aquello que aplicábamos a las antiguas baterías de Ni-MH e incluso Ni-Cd. Vamos a ello:

1- Suele decirse que la primera vez que utilicemos un aparato equipado con una batería de litio (como digo, se las suele denominar Li-ion) se debe dejar cargando durante ocho ó diez horas, aunque a las dos o tres horas (tiempo típico de carga de una de estas baterías) el aparato nos indique que la batería está completamente cargada.

Esto sí que era recomendable a la hora de emplear baterías de Ni-MH, pero con las de Li-ion no es en absoluto necesario: una batería de litio lleva siempre un circuito de protección ante sobrecargas que se encarga de cortar la corriente una vez que detecta que las células que componen la batería han llegado a su nivel estandar (suele ser de 4.2 voltios). Por tanto, una vez que el aparato dice «carga completa» no entra más corriente a la batería y no tiene efecto alguno sobre ella el dejarla más tiempo con el cargador conectado.

2- También se suele decir que conviene hacer ciclos completos de carga y descarga para evitar el «efecto memoria», que en las baterías Ni-MH consistía en que si poníamos a cargar una batería que no estaba completamente descargada se perdía parte de la capacidad de la batería por sobrecarga de alguna de sus células.

En las baterías Li-ion esto no es necesario, e incluso es más recomendable cargarlas frecuentemente puesto que así las células están menos tiempo con corriente circulando por ellas. Las baterías Li-ion no tienen efecto memoria alguno y por tanto podemos cargarlas cuando mejor nos venga sin tener que esperar a que estén completamente agotadas como ocurría con las antiguas baterías.

3- Hay una serie de cosas que son lo peor que le podemos hacer a una batería de litio:

· El calor: una batería Li-ion pierde capacidad si se almacena en lugares calientes. Les conviene mejor el frío, aunque con conservarlas por debajo de 25 grados centígrados es más que aceptable. Es por esto que las baterías de algunos ordenadores portátiles se degradan muy rápidamente si a la hora de diseñarlos no se ha tenido en cuenta que la zona de la batería debería estar fría, es decir, lejos del disco duro y el microprocesador…

· Almacenarla durante mucho tiempo totalmente cargada: lo mejor es guardar una batería a media carga; si lo hacemos con la batería completamente cargada sus células sufrirán y la batería se irá deteriorando con el tiempo. No conviene almacenarla mucho tiempo completamente descargada por lo que vamos a ver en el siguiente punto.

· Dejar que la batería se descargue por completo: si una batería Li-ion llega a perder por completo su carga no volverá a cargar. Este punto no se alcanza cuando el aparato que tiene la batería se apaga porque tiene un nivel muy bajo de energía, ya que de eso se encarga el anteriormente citado circuito de protección. Con el tiempo la batería va perdiendo carga por si misma (coeficiente de autodescarga) y si la dejamos muchos meses sin cargar puede que baje del umbral mínimo necesario para empezar a cargar y la batería quede inservible (¿nunca os ha pasado eso con un movil antiguo que habéis dejado mucho tiempo en un cajón?)

4- Por último, comentar que las baterías de Li-ion tienen una serie de ciclos de vida (carga-descarga) que vienen a ser unos 500.

Se supone que tras 500 cargas y descargas la batería estará a un 70% de su capacidad, pero a eso habrá que sumar la pérdida de capacidad que provoca el tiempo, el calor y la carga almacenada (los tres puntos que comentaba anteriormente). Nada dura eternamente, y las baterías no escapan a esta ley universal 😉 Por cierto, jamás intentéis desmontar una de estas baterías, pues son especialmente inestables bajo ciertas condiciones (por eso llevan el famoso circuito de protección; circuito que si falla o se manipula puede llevar incluso a la explosión de la batería como ocurrió recientemente con algunos modelos de portátiles equipados con baterías defectuosas).

Bueno, pues eso es todo; espero que esto os sirva de ayuda a la hora de entender a esas pequeñas baterías que hoy en día están por todos lados. ¡Cuidaos mucho y cuidad de vuestras baterías! 😉