Recuerdos de Oropesa (II)

No todo eran paisajes en Oropesa del Mar (aunque volveremos a ellos más adelante) porque también había otros elementos que llamaban la atención de quien no se limita a ir de un punto a otro sin detenerse a mirar lo que hay a su alrededor.

El sótano

Dado que la costa levantina es uno de los más claros exponentes del «ladrillazo» que prosperó en España durante la primera mitad de la década pasada, son numerosos los ejemplos prácticos de la crisis de la construcción en forma de esqueletos de viviendas a medio construir por éste y otros rincones de nuestro país.

En uno de mis paseos por una zona de chalets cercana a la playa de La Concha existía (y supongo que sigue existiendo) una interminable fila de pareados en los que apenas estaban levantados los tabiques externos y la estructura de la escalera que iba desde el garaje hasta la planta baja. Una especie de radiografía que dejaba a la luz la fragilidad de la economía cuando las cosas se hacen sin pensar en el día de mañana.

Lo que me hizo pulsar el disparador en esta ocasión fue la extraña iluminación proveniente del piso superior, ya que le daba un aire muy cinematográfico. Y eso sin contar con esa silla volcada (que añade un sutil «toque Tarantino» a la escena) y los desvencijados puntales metálicos que sujetaban la estructura de la escalera. Por último, comentar que el elemento clave de la composición es la propia línea diagonal que trazan los escalones y que es la que divide el fotograma en dos zonas donde reinan la luz y la penumbra respectivamente.

El mar, los atardeceres, las montañas… son elementos que durante el tiempo que viví en Oropesa fueron para mí fuente de inspiración; pero también es verdad que algunos elementos construidos por la mano del hombre pueden dar lugar a imágenes muy potentes.

¡Hasta la próxima foto!

Lugares abandonados (14)

Aunque hasta el momento todas las entradas de esta serie se han basado en edificios de Alcalá de Henares, en esta de hoy (y en alguna más que verá la luz en el futuro) voy a emplear algunas imágenes captadas en Oropesa del Mar este verano. Concretamente me gustaría referirme a una construcción singular situada en la zona rocosa que existe entre las dos playas de esta localidad castellonense y donde me ocurrió una curiosa anécdota hace ya unos años que aprovecharé para contaros.

Curiosa residencia deshabitada

Esa especie de castillo que veis en la imagen es en realidad una vivienda unifamiliar que lleva cerrada desde más allá de donde alcanza mi memoria. Se trata de uno de los edificios más curiosos que uno puede ver en Oropesa, porque por su forma casi medieval lo hace destacar entre los chalets convencionales que se suelen ver por esas tierras.

Actualmente este edificio tiene todas sus puertas y ventanas tapiadas con tablones de madera como se puede apreciar en la fotografía; pero esto es más o menos reciente, ya que hace un tiempo la entrada al inmueble no era nada complicada. De hecho, recuerdo que hace seis o siete años estaba haciendo un poco de footing a las ocho de la mañana por el paseo que pasa a su lado (sí, hubo una época en la que me dio por hacer deporte al amanecer durante las vacaciones) y de repente noté esa extraña sensación de que alguien te está observando.

Cuando me giré hacia la vivienda abandonada había en el porche un tipo barbudo completamente en pelotas, con una taza blanca en la mano y mirando en dirección a Marina D’or absolutamente absorto en sus pensamientos. No sigo que no sea un auténtico placer sentir el frescor de la brisa marina desayunando de esa manera tan «peculiar»; pero aunque a esas horas yo era el único loco que caminaba  por aquel paseo, no deja de ser un lugar público muy concurrido en el que no parece muy recomendable mostrarse tal y como uno vino al mundo.

No sé qué llevaría al propietario de esta vivienda a abandonarla a su suerte, porque es un bonito lugar único en su especie. En cualquier caso, desde aquel extraño episodio nudista nunca he vuelto a ver a nadie en su interior y tiene pinta de que la situación no cambiará de aquí a un tiempo, porque aquello hoy en día es un auténtico bunker.