Si tu coche no arranca con lluvia puede ser cosa del cableado de las bujías

Hoy me gustaría narraros algo que me sucedió recientemente y que aunque está bastante alejado de las temáticas habituales del blog creo que podría ser de utilidad en el futuro para alguien. Vamos allá:

Hace algo menos de un mes me dirigía a mi entrevista de trabajo en la depuradora de Alcalá, y conduciendo bajo la lluvia de repente el coche me dejó tirado en medio de la carretera. Ocurrió lo mismo que ya me sucedió en el pasado lavando el coche en uno de esos lugares en el que echas un euro y tienes unos minutos de agua a presión que aplicas con una manguera/pistola.

En el atasco de cada mañana

El caso es que me estaba aproximando a una glorieta y cuando frené el coche y las revoluciones bajaron al ralentí, el motor símplemente se paró, funcionando todo lo demás perfectamente. El problema no fue que el coche se calara, porque en tal caso se arrancaría de nuevo y santas pascuas; sino que los cilindros del motor no respondían a pesar de que el motor eléctrico de arranque estaba girando cuando giraba la llave en el contacto, siendo imposible poner el coche en marcha. Y lo más extraño es que dejando reposar el coche durante unos minutos pude volver a arrancar y reemprender la marcha; pero como la lluvia continuaba pocos minutos después el coche volvió a pararse (menos mal que en esta ocasión fue en la misma puerta de la depuradora donde tenía la entrevista).

Lo normal en estos casos es que te digan que se trata de humedad en el delco; pero revisé esa pieza a conciencia después del «incidente» y os aseguro que ahí dentro no había ni una molécula de agua; por lo que empecé a pensar que el problema debía de tener su origen en otro elemento.

Para no alargar mucho esta entrada trataré de ir al grano, ya que soy consciente de que a la inmensa mayoría de los lectores habituales esto os estará pareciendo un tostón: después de buscar información sobre el sistema de alimentación eléctrica de un motor de gaslina y consultar a algunas personas de confianza decidí desmontar el cableado eléctrico que va desde la bobina de encendido al distribuidor (también llamado delco) y desde éste a los cilindros, limpiando y echando aceite «3 en 1» a todos los conectores implicados en la distribución de corriente. Desde entonces, pese a que ha llovido a mares durante los últimos días, el coche ha respondido siempre perfectamente y además tengo la sensación de que va algo más «fino» que antes de hacer esto que os digo.

El problema estaba en que debido a la corrosión de algunos de los terminales de los cables, en condiciones de humedad la electricidad que iría a las bujías se derivaba al chasis del coche, y de ahí que no hubiera forma humana de que arrancara. En un coche de gasolina es necesaria una chispa en cada ciclo del cilindro para que la mezcla de gasolina y aire explote produciendo movimiento; y al no llegar la electricidad a las bujías no había combustión. ¿Por qué volvía a arrancar si lo dejaba reposar unos minutos? Pues porque el propio calor del motor secaba los cables y permitía pasar la corriente por ellos. Sin embargo, al coger velocidad la lluvia se colaba por las rejillas del capó y se volvían a mojar los cables, haciendo que el problema reapareciera. Al final, como podéis ver, todo tiene sentido (y a mí todo esto me sirvió para darle un poco al coco).

Tarde de lluvia

Creo que está claro que el cable que fallaba era el que va de la bobina al distribuidor, ya que si fuera uno sólo de los cilindros el que fallaba, el coche iría un poco a trompicones, pero iría. Al pararse el motor por completo y ser imposible volverlo a arrancar deduje que el problema era de la alimentación general de todas las bujías, aunque ya que estaba «manos a la obra» decidí repasar todo el cableado para prevenir otros posibles problemas.

En fin, como os decía al principio, la mecánica del automóvil no es mi fuerte ni es un tema muy habitual en este blog; pero si a alguien le ocurre algo así en el futuro y buscando información en Google se encuentra con esto y le sirve de ayuda me sentiré contento de haberle echado una mano.

¡Un saludo!

¿Por qué se ensucia el sensor de una réflex?

Ya hablamos hace tiempo de cómo y cuándo limpiar el sensor de una cámara réflex, pero hoy me gustaría centrarme en cómo llegan hasta él las partículas de polvo que aparecen en forma de círculos oscuros en las zonas del cielo de las fotografías realizadas con diafragmas muy cerrados.

Por cierto, ya que estamos… ¿Sabéis por qué las motas se ven más claramente con el diafragma lo más cerrado posible? Pues porque al hacer eso estamos maximizando la profundidad de campo (el rango de distancia al que se ven las cosas nítidas por delante y por detrás del motivo enfocado) hasta el punto de llegar a distinguir las motas que hay sobre la superficie del sensor. Si disparáis con el diafragma muy abierto os vais a dar cuenta de que las motas ni siquiera se ven porque la profundidad de campo es pequeña y difumina las manchas hasta el punto de hacerlas invisibles.

Siguiendo con el tema principal, me gustaría aclarar que estas motas de polvo no representan ningún defecto en la cámara o el objetivo, y a todo usuario le aparecerán antes o después por tres factores que enumeraremos a continuación, así que no debéis alarmaros si un día os dais cuenta de que esa pequeña mancha en el cielo no es un pájaro que pasaba por allí:

Cambio de objetivo

Es el más evidente de los tres. Cuando cambiamos de óptica siempre entra algo de polvo en el interior de la cámara (medio kilo si estamos fotografiando el paso de un rallye y apenas nada si estamos en el salón de nuestra casa). El caso es que ese polvo que se queda ahí dentro tiende a pegarse en el sensor porque éste adquiere una fuerte carga electrostática mientras disparamos una fotografía. Es algo parecido a aquel experimento que hacíamos en casa con un peine y unos trocitos de papel, consiguiendo que se pegaran a él por efecto de la electricidad estática.

El «efecto fuelle»

Hay gente que se pregunta cómo es posible que tengan polvo en el sensor si nunca en su vida han cambiado la óptica que venía con la cámara cuando la compraron. Pues bien, la cosa se debe a que los objetivos zoom son como fuelles a la hora de variar su longitud focal. Puesto que se extienden y se contraen cuando los empleamos, la cantidad de aire en su interior varía, y por tanto éste ha de entrar y salir durante la operación.

18-55 vs. 18-55 VR (I)

18-55 vs. 18-55 VR (II)

Como no vivimos en un ambiente aséptico, es inevitable que algo de polvo acompañe a ese flujo de aire en movimiento; y aunque los objetivos van sellados con una espuma aislante para evitar que entre suciedad en su interior, puede entrar algo tanto al interior del conjunto de lentes como a la parte interna de la propia cámara, planteando el mismo problema que en el primer apartado.

El polvo en la cámara tiene fácil solución, pero si está dentro del objetivo (es raro pero puede pasar) no nos quedará más remedio que mandar la óptica al servicio técnico porque no es muy recomendable meter las manos en algo tan preciso y montado con extrema minuciosidad.

Condensación

En los dos casos anteriores estamos hablando de pequeñas motas de polvo que saldrán de la cámara sin más que soplar al sensor con una pera de aire. Sin embargo, hay una circunstancia que convertirá esas motas en unas partículas que quedarán adheridas al sensor y que nos costará bastante sacar de ahí: la condensación.

Sacad una botella del frigorífico y observadla tras un par de minutos. ¿Veis las gotitas de agua que se han formado sobre su superficie? Esas gotas no son más que la humedad del aire cálido que ha pasado a estado líquido en contacto con algo que está a baja temperatura (el mismo principio por el que se forma la lluvia).

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Pues bien, si tenemos la cámara en un lugar caliente (una casa, un coche con la calefacción puesta…) y salimos de golpe a un lugar muy frío o viceversa, se puede condensar humedad sobre la superficie del sensor. Humedad que, si bien no es muy recomendable, acaba por evaporarse pasado un tiempo, pero que va a acarrear un problema añadido: las motas de polvo al contacto con el agua se van a convertir en una especie de barro que, cuando el agua se evapore, se va a solidificar y sus restos no los vamos a poder sacar de ahí sólo con aire a presión.

En este caso lo mejor es llevar la cámara al servicio técnico, porque aunque hay kits de limpieza consistentes en una especie de pincel húmedo para pasar sobre el sensor, yo al menos no me atrevería a poner nada en contacto con una superficie tan delicada como esa.

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Como veis, el tema de la suciedad en el sensor es algo prácticamente inevitable para los usuarios de cámaras réflex. La única estrategia posible para no encontrarnos nunca con este problema sería comprar la cámara con un objetivo fijo de enfoque completamente interno (como el Nikkor 35mm AF-S DX f/1.8 G) y no cambiarlo jamás; pero en tal caso estaríamos desperdiciando todo el potencial de una cámara de este tipo. Lo mejor es no temer a esto de las motas de polvo en el sensor y, el día que aparezcan, eliminarlas a las primeras de cambio con la clásica pera de aire.

* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia