Un capricho muy cafetero

Reconozco que me encanta el café. No es que sea un cafetero compulsivo, pero sí que me gusta tomar tres o cuatro repartidos a lo largo del día y hay algunos que no puedo perdonar como el del desayuno o el de después de comer.

Lo que ocurre es que me da una pereza tremenda coger la cafetera italiana, prepararla, ponerla al fuego y esperar pacientemente a que hierva el agua para tomarme una simple taza (y una vez que se enfría ya no sabe igual de bueno); de modo que el pasado fin de semana decidí cortar por lo sano, acercarme a Castellón y hacerme con un pequeño capricho.

La cosa es que llevaba tiempo buscando información sobre este tipo de cafeteras, ya que durante los últimos meses han aparecido en el mercado varios sistemas incompatibles entre si en la mayoría de los casos y no quería pillarme los dedos haciendo una mala elección. De todos modos, lo que las marcas han presentado es una cafetera para casa que permita hacer café en pocos segundos y de forma limpia y sencilla; pero normalmente las dosis de café que se introducen en la máquina son diferentes entre unas y otras, siendo un concepto muy similar al de las impresoras, donde el verdadero beneficio no está en la venta de la máquina como tal sino en los cartuchos necesarios para su funcionamiento.

En principio iba buscando una cafetera Nespresso (supongo que porque con tanta publicidad, inconscientemente uno al final acaba convirtiéndolas en el icono de este tipo de aparatos) pero resulta que las cápsulas que contienen el café sólo se pueden conseguir en tiendas Nespresso o a través de Internet con el engorro que esto supone. Puesto que mi prioridad era que pudiera encontrar el café cómodamente en mi supermercado habitual, la cafetera doméstica más conocida quedó automáticamente descartada.

Al final, echando un vistazo a otras opciones similares me llamó la atención el sistema Senseo (apadrinado por Marcilla y Philips) por ser una cafetera cómoda, elegante, de tamaño contenido y, sobre todo, porque los paquetes de café se venden en cualquier supermercado y a un precio que ronda los 3 euros por cada bolsa de 16 monodosis que hay disponibles en diferentes variedades. Vamos, que cada café que preparamos sale por unos 20 céntimos.

Con respecto al aparato como tal, os diré que consta de un depósito de litro y medio que hay que llenar de agua y poco más. Luego, para cada café que queráis preparar se levanta la tapa superior, se pone la monodosis (es como un disco de fieltro relleno de café molido por el que la cafetera hace pasar agua hirviendo) y en poco más de un minuto tenéis un café humeante y con una buena capa de espuma. Por supuesto, antes de decidirme por este modelo, en la propia tienda me dieron a probar un café recién hecho en una de estas cafeteras y he de admitir que ese fue el empujón definitivo que me hizo decantarme por la Senseo Quadrante, cuyo sobrio diseño me gustó mucho más que el modelo básico de formas redondeadas.

Un capricho

Como veis en la fotografía, además de la cafetera también se vino conmigo un pack de cuatro variedades de café que traía una lata metálica de regalo. Al final el capricho me salió por 111 euros en total: 99 de la cafetera y 12 del pack de cafés. Un precio que a mí me parece bastante bueno sobre todo después de haber degustado ya a lo largo de estos días unos cuantos cafés de diversas variedades y estar encantado tanto por su sabor como por la comodidad que supone su preparación.

Por cierto, viendo el bombo que le están dando en los centros comerciales a estos sistemas de cafeteras estoy convencido de que será uno de los regalos estrella de estas Navidades.

Lugares abandonados (11)

Si vivís en Alcalá de Henares seguramente conoceréis el café Continental situado en la calle Empecinado, pues es un lugar que está bastante de moda en la ciudad. Sin embargo, no es en ese edificio en el que nos vamos a fijar hoy sino en el que queda justo a su derecha, que lleva bastantes años cerrado y tiene la peculiaridad de contar con una curiosa «extensión» con vigas al aire con toda la pinta de ser un cuarto de baño.

Calle empecinado (I)

Como podéis ver en la fotografía, el inmueble (por llamarlo de alguna manera) está en venta, por lo que en cuanto el sector de la construcción empiece a remontar un poco el vuelo esta casa seguramente desaparecerá de un plumazo. Sin embargo, aquí quedará para siempre el recuerdo en blanco y negro de un lugar que a día de hoy resulta un poco fantasmagórico en comparación con la animada cafetería que hay a su lado.

Calle empecinado (II)

Por cierto, aprovechando que estas las entradas de esta categoría son rápidas de redactar y tengo algo de material acumulado, en los días venideros les daré una cierta prioridad con respecto al resto de tipos de contenidos. No es que el blog se vaya a convertir en un monotema sobre edificios abandonados; pero en estos días que estoy mañana, tarde y noche delante del ordenador ultimando mi proyecto de fin de carrera no soy capaz de hilar grandes ideas.

Cómo preparar un café en cafetera italiana

Hoy comienza el fin de semana y ya que el tiempo está un poco revuelto por España en general vamos a preparar un café para entrar en calor y que de paso se nos quite un poco ese sueño que los días nublados suelen provocarnos. ¡Vamos a ello!

Cafetera

Instrumental básico: la cafetera. En este caso es de pequeño tamaño; para dos tazas exactamente. Por cierto, a modo de curiosidad os comentaré que hay cafeteras italianas (como la de la imagen) o americanas (la típica eléctrica con la jarra debajo).

El café (en este caso de Kenia)

La materia prima: el café. Vamos a usar hoy un café de Kenia que no es demasiado fuerte pero que tiene un sabor muy característico. El mundo del café, al igual que el del té, es muy amplio; pero no será hoy objeto de nuestro estudio. Tal vez más adelante… 😉

Poniendo el agua

Lo primero es llenar la cafetera de agua justo hasta el nivel de la válvula de seguridad. Más abajo nos quedaríamos un poco cortos y si sobrepasamos ese nivel empaparíamos el café; tal y como os podréis imaginar al ver la siguiente imagen.

Materia prima

Colocamos el filtro del café (esa pieza metálica con agujeros) y comprobamos que el agua no pueda empapar el café por lo que os comentaba en el paso anterior. Es importante que el café quede más o menos suelto para que el agua se filtre a través de él con facilidad.

Nivelando el café

Nivelamos el café (sin presionarlo) de tal modo que todo quede al mismo nivel. Si por lo que sea dejamos zonas más bajas el agua tenderá a filtrarse por ahí y el café quedará más flojo; más o menos como ocurre con la electricidad, que siempre tiende a buscar las zonas con menos resistencia para fluir por ellas.

¡Ya empieza a salir!

Ponemos la cafetera al fuego con la tapa abierta y esperamos a que el agua comience a hervir. Lo notaremos porque se empieza a escuchar una especie de fsssshhhhhhh; así que en ese momento bajamos la intensidad del fuego al mínimo y bajamos la tapa. Tener el fuego bajo hace que el agua salga poco a poco a través del café y por lo tanto la bebida queda más concentrada. Lo de bajar la tapa es para que no salpique el café y nos ponga la cocina hecha un desastre.

Removiendo justo antes de servir

Por último retiramos la cafetera del fuego y removemos el café con una cucharilla. Esto es importante para que todas las tazas que sirvamos sepan igual, pues si no, los posos quedarían en el fondo de la cafetera y la última taza sería un poco imbebible.

Y ahora... ¡a beberlo!

¡Listo para tomar!  😉

Un café un poco largo

Ayer por la noche quedé con mi hermana y su novio para contarnos un poco estos últimos días en los que ellos han andado por Asturias mientras yo apuraba los últimos días en Oropesa del Mar.

El caso es que después de cenar decidimos acercarnos a uno de los dos VIPS de Alcalá a tomar un café (hay uno en el centro comercial La Garena y otro en el centro comercial Alcalá Magna), pero según apurábamos las tazas improvisamos un curioso plan: coger el coche y acercarnos a Torija a ver su castillo de los templarios a medianoche. Y así fue; pocos minutos después surcábamos la A-2 en dirección Zaragoza durante algo más de 40 Km casi en completa soledad para llegar a los pies de una edificación que actualmente está en restauración pero que nos impresionó por la altura de sus almenas y emprender regreso a nuestra ciudad instantes después.

Camiones en la noche

Supongo que algún día nos acercaremos a la luz del día para verlo con detalle, pero en aquel momento se nos ocurrió acercarnos a verlo y nos preguntamos: ¿para qué vamos a esperar a mañana?

Al final lo que iba a ser un café de media horita se prolongó hasta las tantas de la madrugada y hoy lo he notado al levantarme; pero la verdad es que adoro esas pequeñas aventuras de cada día  😉

Anecdota cafetera y vídeo del Ferrari F-430

Hoy os voy a contar una anécdota divertida que ocurrió ayer en la presentación de Gran Turismo 5 Prologue, y junto a ella un vídeo que os va a gustar bastante y que además sirve de «prueba» para que veáis que la anécdota es real 😉

Cuando Yamauchi terminó la presentación se quedó en el escenario dando entrevistas para la TV, cosa que ya me dijeron los RRPP de Sony al entrar al edificio y preguntarles cómo iba a ser el evento. El caso es que muchos de los que estábamos allí aprovechamos para acercarnos a la cafetería que la gente de Sony había montado en un lateral del salón y pedir algo para desayunar y/o espabilarnos. La mayoría de nosotros optamos por tomar un café, y la pobre cafetera portátil que habían montado al poco tiempo se quedó sin café (yo fui de los últimos en conseguir uno, que por cierto, estaba bastante bueno) y el resto de la gente tuvo que elegir entre infusiones o zumos de naranja y melocotón.

Bueno, pues estábamos todos de charla informal (los habituales e interesantes corrillos que se forman tras cada acto) cuando de repente escuchamos una especie de trueno en el jardín que en principio nos pilló un poco de sorpresa y sin saber muy bien lo que era, pero al momento alguien dijo «¡Coño, que han arrancado el Ferrari!» y entonces todos salimos al jardín en masa a escuchar de cerca cómo sonaba el F-430.

Una vez allí saqué mi cámara y me puse a grabar un poco para tener un recuerdo de cómo rugen estas bestias, ya que aunque he visto algún que otro Ferrari casi siempre ha sido con el motor apagado y la verdad es que impresiona un montón el sonido que emite. Ya en ese momento pensé que estaría bien ofreceros el vídeo para que conocierais de primera mano (bueno, de segunda 😛 ) esa melodía celestial, pero ya os digo que aunque el vídeo suena bastante espectacular, no es capaz de captar la sensación que sientes cuando estás a menos de un metro de ese sobrenatural motor.

Por cierto, comentaros que la foto que me hice dentro del coche fue con el motor arrancado (eso sí, me dijeron que no pisara el acelerador ni las levas del volante) y la verdad es que daban tentaciones de cerrar la puerta y salir de allí con el coche de recuerdo xD

Bueno, pues mientras estaba grabando comprobé que algo pasaba porque la gente de Sony estaba muy inquieta y hablando nerviosamente, así que me acerqué un poco a ellos en la parte final del vídeo y escuché claramente lo que pasaba: ¡Kazunori Yamauchi queria un café y no quedaba!

Si «pegáis la oreja» en los últimos momentos del vídeo (hacia el segundo 24) escucharéis las siguientes dos frases:

– (voz de chico) Que Kazunori quiere café
– (voz de chica) Que Kazunori quiere café y no hay café

El caso es que rápidamente alguien salió zumbando a por café a la cocina que tenían montada en un lateral del edificio y supongo que al final Yamauchi podría disfrutar de su cafetito, pero vamos, me hizo un montón de gracia el momento de «que no panda el cúnico» cuando el japonés pidiera un café y se encontrara con que no quedaba… Entre eso y el tiempo que hacía estos días en España se ha debido llevar una impresión de nuestro país no muy grata 😛 (no, es coña; a Yamauchi se le ve un tío sensato y nada superficial).

En fin, fue el momento divertido de la jornada, aunque hay que reconocer que en general fue una mañana inolvidable por muy diversos aspectos 🙂

El primer café de la mañana

el primer cafe de la mañana

El sol y el humo mezclándose en una cafetería de Soria a primera hora de la mañana. Una fotografía de la que estoy muy orgulloso por el clima de misterio, soledad y tranquilidad que posee. Estaba tomando un café en la barra, me giré y cuando miré hacia la puerta sabía que tenía delante de mí una foto irrepetible.