Aquellos viajes por carretera

Hoy he estado viendo fotografías de hace ya algún tiempo que me han traído muchos recuerdos. Pero no recuerdos de un lugar concreto; sino de los viajes hacia y desde aquel lugar.

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Hace ya dos años que terminó esa época de mi vida en la que estuve trabajando y viviendo en Oropesa del Mar y, si bien no echo de menos aquello porque para mí Madrid siempre será Madrid, sí que tengo que reconocer que a veces me entra añoranza de aquellos trayectos en coche entre Madrid y Castellón que hacía muchos fines de semana.

Y es que para mí el disfrute de un viaje comienza en cuanto cierro la puerta de casa. Si me voy a de vacaciones, de fin de semana, de puente o de lo que sea, el propio viaje que me separa de mi destino es, en sí, algo que disfruto enormemente.

Through the night

Al haber estado allí tanto tiempo, he tenido ocasión de contemplar los paisajes que iba atravesando en mis viajes durante todas las épocas del año. He viajado con frío, con calor, con niebla, con lluvia… Y hasta recuerdo un par de ocasiones en las que por la provincia de Cuenca ha llegado a granizarme y nevarme. De hecho recuerdo que ese día del granizo salí de Oropesa con sol y llegué a Madrid ya de noche pero con un cielo completamente despejado; pero el caso es que por el camino la cosa cambió radicalmente durante los kilómetros que me tocó conducir bajo bolas de hielo.

También me acuerdo de un día en el que un cielo que parecía estar en llamas me sorprendió ya casi llegando a Castellón, de modo que me detuve en la primera gasolinera que encontré y desde allí hice una foto que también me evoca a aquellos viajes de ida y vuelta por autopista.

The sky is in flames!

Cuando los viernes que venía a Madrid, después de más de 400 kilómetros de carretera, veía las famosas cuatro torres en la lejanía sentía que ya estaba llegando a la que nunca ha dejado de ser mi casa. Y recuerdo muy bien aquella sensación que me embargaba al saber que en apenas media hora me esperaba un paréntesis de dos días en la soledad del corredor de fondo de aquellos tiempos.

Campo y ciudad

Mis recuerdos de aquellas tardes viajeras son las de un aventurero que disfrutaba del sol, de las nubes, de las canciones de Bob Dylan, del rumor de las ruedas acariciando la carretera… Además de todo eso, cuando viajas sólo y fuera hace frío, un café en medio del camino puede ser la sensación más agradable del mundo.

Mi lugar de parada era siempre el mismo: el Autogrill de Castillejo de Iniesta (A-3, km 225) tanto por ser el punto medio exacto de mis viajes como por servir un café capaz de despertar a un oso pardo en plena hibernación. Como os decía, cuando atravesaba la puerta de aquel lugar y me envolvía un suave aroma a café, por unos minutos me sentía casi como en casa; o al menos me hacía pensar en que ya me quedaba poco para llegar a mi destino.

Café

En lo meramente carreteril, durante dos años sólo tuve un susto más o menos importante: en la parte de la A-7 que rodea Valencia una vez un tipo que conducía un Mini color azul que circulaba por el carril central lanzó por la ventanilla un bote vacío de Red Bull que comenzó a dar saltos de un lado a otro haciendo que todos los que íbamos detrás de él comenzáramos a dar frenazos y volantazos para evitar que en uno de sus alocados saltos el envase de aluminio acabara estampado contra algún parabrisas.

Realmente pasé unos segundos de miedo en el caos que se organizó allí en un momento. Se escuchaban bocinazos, ruedas chirriando y luces de freno por todos lados mientras todos nos acordábamos de la familia de aquel idiota que a punto estuvo de liar una bien gorda en medio de la autopista por un comportamiento que no tiene justificación alguna.

Columbretes

Os juro que deseaba que alguno de los vehículos que iban atemorizados a mi lado fuera un coche patrulla camuflado y saliera disparado detrás de aquel Mini, pero no fue así y su insensato conductor prosiguió su marcha como si nada mientras los de detrás sudábamos tinta para no golpearnos los unos contra los otros en una especie de baile sobre el asfalto a 120 Km/h.

Como os decía antes, he conducido en todo tipo de condiciones meteorológicas tanto de día como de noche (en invierno poco después de partir el sol ya empezaba a ocultarse en el horizonte) pero nunca me ha supuesto ningún problema porque he sabido adaptarme a las condiciones de la vía. Sin embargo, uno nunca se imagina que le va a tocar esquivar un bote saltarín entre los carriles de la autopista.

Cierto es que fueron muchos viajes y muchos kilómetros; pero lo bueno para la mecánica de mi coche es que al ser todo por autopista despejada y a velocidad constante se dan las circunstancias ideales para un turbodiesel, cuya finalidad es hacer muchos kilómetros cómodamente y gastando muy poco. Como ya os dije en la entrada que trataba del tema, un moderno turbodiesel no está hecho para la ciudad y sus constantes semáforos, atascos, acelerones y demás…

Audi A1

Pocos vendedores os contarán eso si entráis por la puerta del concesionario diciendo que queréis un coche de gasóleo porque «anda mucho y gasta poco» (que es la idea con la que se queda la mayoría de la gente) pero si hacéis casi todo el kilometraje por ciudad, yo optaría por una mecánica de gasolina que al no generar carbonilla os dará muy pocos problemas mecánicos. Sin embargo si, como yo, el 90% de los kilómetros los hacéis por carretera despejada, un turbodiesel os dará muchas alegrías y veréis que la aguja del combustible baja a un ritmo casi imperceptible.

Ha habido viajes en los que no me separado de mi ruta ni un milímetro, pero también en otros ha salido mi vertiente exploradora y he aprovechado para visitar algún pueblo que me había llamado la atención en la lejanía aunque eso supusiera llegar más tarde a mi destino. Como os decía, en aquellos viajes en soledad sin más compañía que la radio me sentía como un pequeño punto en medio de la inmensidad del paisaje y a veces me gustaba sentirme parte de él por si llegaba (como al final llegó) el día en el que ya no tuviera que volver a mi tierra porque sencillamente volvía a vivir en ella.

Un vistazo al mar

¡Nos leemos!

Mil kilómetros al volante del nuevo Audi A1

Como os dije en la entrada anterior, he estado recientemente de vacaciones con mi chica en Oropesa del Mar; pero dado que mi coche tiene ya unos cuantos años y no me apetecía quedarme tirado en medio de la autopista opté por acercarme a Europcar y alquilar un vehículo para afrontar el viaje con garantías.

Elegí un VW Polo que dejé reservado y pagado una semana antes de nuestra partida; pero llegado el momento de recogerlo me llevé la sorpresa de que ante el incremento de alquileres por culpa de la semana santa no había unidades disponibles de ese modelo y en compensación me dieron un Audi A1 prácticamente a estrenar (6500 Km de marcador) en color gris metalizado.

Audi A1

El caso es que en un principio no se me había pasado por la cabeza comentar nada sobre el mencionado coche porque son fregados en los que nunca me he metido en este blog; pero después de conducirlo durante seis días y haber hecho mil kilómetros tanto por carretera como por ciudad, creo que puede ser útil para algunas personas comentar a un nivel muy básico mis impresiones al volante.

A estas alturas creo que queda bastante claro que nadie se debería tomar estos párrafos como una prueba seria porque aunque he conducido unos cuantos coches en los últimos años, considero que no tengo perspectiva suficiente como para hacer un análisis a fondo; siendo esto más bien un resumen general de las sensaciones que me ha ofrecido el vehículo que he conducido durante los últimos días.

Primeras impresiones

El Audi A1 es un modelo que salió a la venta en el mercado español durante el pasado mes de Marzo; y siendo la primera vez que veía este coche «en vivo» he de reconocer que me sorprendió gratamente a primera vista. Es un coche muy bonito para mi gusto, bien proporcionado y con un discreto aire deportivo apreciable en cosas como los pasos de rueda, los faros rasgados o el discreto spoiler trasero que remata el techo.

De hecho, es un modelo tan reciente que no me he cruzado con ningún otro a lo largo de los seis días que ha estado en mis manos. Y claro, también era novedad para muchos transeuntes, de modo que era habitual ver cabezas girarse en los semáforos o al aparcar en la puerta de algún restaurante. Como os digo, es un coche que llama bastante la atención ahora mismo por ser novedad en el mercado español.

Sobre el papel

El motor que equipa al coche que me asignaron es el más básico de la gama: un 1.2 TFSI de 87 CV (motor de gasolina con cuatro cilindros en línea) cuya peculiaridad es que cuenta con sobrealimentación mediante un turbocompresor que inyecta aire a presión en los cilindros empleando la energía cinética de los gases de escape. Gracias a esto se consiguen unas prestaciones bastante aceptables al tiempo que los consumos no se disparan (5.1 l/100 Km de promedio según el fabricante alemán).

Por lo demás, el A1 está homologado para cuatro plazas, tiene un peso de 1115 Kg, un maletero de 270 litros y cuenta de serie (al menos en el acabado Ambition, que es el que equipaba el que me dieron) con ESP, sistema de entretenimiento multimedia con lector de CD, USB y tarjetas SD, navegador GPS con pantalla a todo color en el centro del salpicadero, seis airbags, control de velocidad, aire acondicionado, dirección asistida, sistema de recuperación de energía en las frenadas, sistema start & stop que detiene el motor en los semáforos y atascos, ordenador de a bordo, gestión electrónica del motor…

Interior

Imagen extraída de http://www.audi.es

El interior del Audi A1 es bastante acogedor: detalles como el forrado del volante en cuero, el mullido de los asientos, el diseño de los difusores del aire acondicionado, los múltiples huecos portaobjetos, el tablero de mandos con abundante información, los mandos integrados en el volante… son elementos que ayudan a que el conductor y su acompañante se encuentren «como en casa».

Los que no irán tan cómodos serán los pasajeros de los asientos traseros, ya que dichas plazas son de un tamaño muy reducido (sobre todo por la longitud de las banquetas) y el pequeño tamaño de las ventanillas posteriores contribuirán a una cierta sensación de agobio. En general se trata de un coche en el que el metal se prodiga más que el cristal como sucede de un tiempo a esta parte en muchos de los nuevos modelos que aparecen en el mercado; pero al menos en las plazas delanteras del A1 tenemos una buena amplitud visual.

Imagen extraída de http://www.audi.es

No me hubiera importado que las plazas traseras fueran tan exiguas si el maletero hubiera sido de un tamaño considerable; pero no es así y con sus 270 litros apenas cabrá un par de maletas de tamaño mediano (tres si somos buenos jugadores de Tetris) y poco más. Por la experiencia extraída de estos días os puedo decir que es capaz de albergar el equipaje de dos personas para pasar unos días de vacaciones; pero no es un maletero para más personas o estancias largas.

Exterior

En el exterior destacan las líneas sobrias habituales en los modelos de Audi. Cintura alta, aspecto robusto y ventanillas cada vez más pequeñas. El coche es bastante bajo y si sois altos al principio os daréis más de un coscorrón al introduciros en el habitáculo. El coche es de dos puertas y el portón del maletero es bastante grande para un coche de su tamaño.

Como podéis ver en las fotos que acompañan a esta entrada (siento no ofreceros más, pero estas tres fotos son las únicas que le hice al coche durante el viaje) el A1 cuenta con detalles en color negro como la toma de aire frontal, el difusor trasero, los apoyos de los retrovisores y la zona de los faros antiniebla frontales. Todo lo demás es gris metalizado (al menos en esta unidad) y a mí particularmente me gusta mucho la zona de las ruedas traseras así como los nervios que recorren longitudinalmente la carrocería. Todo el coche tiene ese ADN de los últimos modelos de Audi y de añadir que las formas redondeadas de ciertas zonas me recuerdan un poco al precioso TT (salvando las distancias, claro está).

Audi A1

Primeras impresiones

Nada más salir de la oficina de Europcar me siento en el coche y veo que todo está al alcance de los dedos. Me ajusto el volante y el asiento, me pongo el cinturón y al arrancar compruebo que el motor apenas hace ruido durante su funcionamiento. Durante los primeros metros veo que no hay vibraciones ni ruidos de rodadura a bajas velocidades y en general me siento muy a gusto en mi asiento. Del mismo modo, enciendo la radio y veo que suena muy muy bien; aunque bajo bastante el volumen de la misma para poder escuchar el suave rumor del motor.

Entre el tráfico de la ciudad el coche se mueve con mucha agilidad gracias a su pequeño tamaño. Además, la dirección es muy precisa y tiene un tacto perfecto para mi gusto. El pedal del embrague va muy suave y el acelerador tiene suficiente recorrido como para conducir sin tirones ni brusquedades. Por cierto, el cierre centralizado bloquea las puertas en cuanto empezamos a movernos; un buen detalle que siempre estoy acostumbrado a hacer «a mano» en mi propio coche.

Llego a un semáforo y cuando el coche se detiene… ¡se para el motor! Ya no me acordaba de que el A1 está equipado con el sistema start & stop y en un primer momento pienso que se me ha calado. Superada la sorpresa inicial me doy cuenta de que no me acabo de sentir cómodo con el motor completamente parado y levanto el pie del freno pensando que arrancaría instantáneamente. El caso es que el arranque no se produce al soltar el freno; sino cuando volvemos a pisar el embrague para engranar la primera velocidad, de modo que no es un sistema para salir con prisas o incorporarnos a una glorieta con tráfico un poco apurados. Dado que el sistema no me termina de convencer decido desactivarlo momentáneamente (hay un botón en el salpicadero para ello).

Para evitar sustos una vez en autovía, me meto en en un tramo de carretera en las afueras de Alcalá con intención de ver cómo reacciona el coche y allí me dedico a ver qué tal se portan los frenos, cómo acelera… y tengo la suerte de que el riego por aspersión de una glorieta ha empapado el asfalto por completo en sus alrededores, de modo que aprieto el acelerador un poco más de la cuenta mientras la tomo aprovechando que a esas horas no hay nada de tráfico y observo que el ESP corrige levemente las reacciones del coche haciéndole seguir la trazada que yo le indico con el volante. Como dicen las instrucciones de los coches que equipan este sistema «el ESP no cambia las leyes de la física» y por tanto no está hecho para tomar una curva cerrada a 100 Km/h; pero hay que reconocer que es una ayuda que nos puede venir muy bien en más de una ocasión.

Conduciendo por autovía

El A1 no se desenvuelve mal por autovías, aunque no es el hábitat natural de este modelo (seguramente las versiones equipadas con motores 1.4 TFSI de 122 CV o 1.6 TDI de 105 CV tengan más cualidades rodadoras que esta de la que os estoy hablando). El coche se pone a 100 Km/h en 11.7 segundos y se nota que acelera con ganas en marchas cortas gracias a su escaso peso. También mantiene perfectamente la velocidad a la hora de subir cuestas en quinta por la autovía; pero cuando en esas mismas subidas necesitas coger más velocidad por ejemplo para adelantar es cuando el pequeño 1.2 TFSI muestra sus limitaciones y se muestra un poco perezoso para acelerar, requiriendo una reducción a cuarta para tener algo más de brío.

No obstante, como os digo, el coche mantiene los 110 Km/h perfectamente en toda condición y circulando así el consumo de combustible se mantiene en torno a los 5 l/100 Km; una cifra bastante contenida teniendo en cuenta que el motor gira en esas condiciones a 2800 RPM y los consumos más bajos suelen darse entre las 1500 y las 2000 vueltas. Por cierto, sigue siendo realmente silencioso y no se aprecian ruidos aerodinámicos de ningún tipo circulando a buen ritmo.

Carretera de montaña

Ya en Oropesa una tarde subimos al mirador del monte Bobalar para hacer un par de fotos desde allí (una de ellas es la que encabeza este artículo). Una ocasión perfecta para probar el coche en una carretera revirada con importantes desniveles. Puesto que se trata de un tramo en el que no se puede correr mucho, estuve empleando todo el tiempo la segunda y la tercera marcha apurando un poco más de lo normal las revoluciones del motor.

En esas circunstancias el coche me pareció muy ágil gracias a su reducido radio de giro y el tacto sólido de la dirección. Del mismo modo, la suspensión de tarado algo duro hace que el A1 no balancee en las curvas y las tome con mucho aplomo; al menos con más del esperado en un coche de 1115 Kg con 3.95 metros de largo (2.47 entre ejes) y 1.74 de ancho.

Con el motor alegre de vueltas un pisotón al acelerador nos da una respuesta inmediata en aceleración; sin retrasos causados por la realimentación del turbocompresor ni nada parecido. Sin embargo, si dejamos caer la aguja de las revoluciones más de la cuenta tendremos que esperar a que suba un poco antes de sentir que el coche acelera con ganas.

En general, he de decir que me gustó mucho recorrer arriba y abajo la carretera que os digo porque el tacto del coche (tanto a nivel de dirección como de suspensión) me dio mucha confianza en todo momento y jamás obtuve ninguna reacción rara por su parte. Obviamente fui con mucha precaución dado que es un tramo abierto al tráfico; pero incluso así uno se da cuenta del aplomo que tiene el pequeñín de Audi. Que nadie piense que tenemos un deportivo entre manos porque nada más lejos de la realidad y si apuramos demasiado luego vienen las lamentaciones; pero hay que reconocer que cuando la carretera se tuerce, el A1 es muy divertido de conducir.

Audi A1

Conclusiones

Después de exactamente 1016 Km al volante del Audi A1 diría que, al menos con el motor 1.2 TFSI, se trata de un coche eminentemente urbano pensado para dos personas que también quieran hacer alguna escapada de fin de semana. Pese a que cumple sobradamente para rodar a velocidades legales, no estamos ante un coche diseñado para devorar kilómetros por autovía tanto por la ajustada potencia de su motor como por su depósito de 45 litros de capacidad. Del mismo modo, es un coche muy cómodo para conductor y acompañante; pero no está hecho para un uso familiar porque las plazas traseras son para usos muy puntuales y el maletero tiene una capacidad muy reducida.

En cuanto a consumos se refiere, os puedo decir que el promedio a lo largo de todo el viaje ha sido de 5.7 l/100 Km; algo superior a lo declarado por el fabricante pero ya se sabe que esas cifras siempre se dan bajo unas condiciones que luego no se reproducen en el mundo real. Para que os hagáis una idea, con el depósito lleno hasta los topes el ordenador de a bordo marca que podemos hacer 700 Km; y es que el tema de los consumos es algo que a veces la gente no tiene muy en cuenta, pero para mí es algo fundamental sobre todo ahora que el precio de los carburantes está a niveles estratosféricos y amenazando con dispararse todavía más.

En todo caso, se trata de un coche que a mí particularmente me ha gustado mucho por comodidad, por la cantidad de detalles útiles que posee y por su estética elegante. Si lo que os comentaba sobre las plazas traseras y la capacidad del maletero no os suponen un problema, el recién llegado A1 os parecerá una pequeña maravilla.

Más información

La historia de la autopista A-2 a su paso por Alcalá de Henares

A estas alturas ya sabréis que soy muy aficionado a la historia reciente de Alcalá de Henares. Es la ciudad en la que resido desde 1984 y a la que tengo bastante apego porque creo que aúna lo mejor de un lugar medianamente tranquilo con las comodidades de una urbe moderna.

Y hablando de Alcalá, precisamente hace unos días mi compañera de trabajo me preguntaba que si la carretera A-2 había pasado alguna vez por el centro de la ciudad, ya que en la mañana anterior alguien le había hablado de «la antigua nacional dos». Pues bien, un par de minutos después y gracias a la ayuda de google maps ya estaba situado sobre la ciudad complutense dispuesto a darle a María una clase teórica sobre trazados de carreteras en la actualidad y en el pasado.

María quedó muy contenta con mi charla, de modo que enseguida pensé en redactar una entrada en el blog hablando del tema, pues considero que puede resultar un tema interesante para cualquier persona, así que… ¡Vamos a ello! 😉

Cruzando puentes con la mirada

La A-2 es la autopista que une Madrid con Barcelona pasando por Guadalajara y Zaragoza en una trayectoria prácticamente recta. A su paso por Alcalá de Henares describe una curva muy amplia de tal modo que si vamos hacia la ciudad condal dejaremos la cuna de Cervantes a nuestra derecha. Cualquiera que no conozca la historia alcalaína pensará que esto ha sido así desde el principio de los tiempos; pero hoy os mostraré que este trazado es relativamente reciente y que hace años la carretera pasaba directamente por el centro de la ciudad.

Que yo sepa, ha habido en total tres trazados diferentes, así que vamos a ir viéndolos en imágenes comenzando por el más antiguo:

EL TRAZADO ORIGINAL DE LA CARRETERA MADRID-BARCELONA

Puerta de Madrid

Resulta sorprendente comprobar que hace varias décadas la ruta que hoy conocemos como «carretera Madrid – Barcelona» seguía el trazado del viejo camino real que atravesaba la ciudad de Oeste a Este. Este trazado data de la edad media y atravesaba la ciudad por su parte central (bueno, prácticamente su única calle en los tiempos posteriores su fundación) de Oeste a Este.

Dicho camino tiene su origen en la antigua calzada romana que recorría el valle del Henares uniendo las ciudades de Mérida, Toledo, Titulcia, Complutum (o lo que es lo mismo: Alcalá) y de ahí a Caesar Augusta (Zaragoza) y a Tarraco (Tarragona) para seguir hasta Barcino y a la frontera con Francia. Como podéis ver, la misma N-II pero en calzada.

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En el mapa que tenéis aquí encima podéis ver el trazado aproximado de aquella ruta sobreimpreso a las actuales calles de la ciudad. Su discurrir alcalaíno comenzaba en lo que hoy son las ruinas de Complutum y se adentraba en la ciudad por el Camino del Juncal para continuar por la avenida Nuñez de Guzman. A continuación atravesaba las calles Postigo y Victoria, la Plaza de los Santos Niños, las calles Escritorios, Santa Úrsula y Colegios para tomar a continuación el Paseo del Val, desviarse por Lope de Figueroa, tomar el actual Camino de los Afligidos y finalmente, aproximadamente a la altura del centro comercial La Dehesa, seguir por la actual autopista A-2.

EL ANTIGUO TRAZADO DE LA N-II

Via Complutense

La primitiva carretera fue útil mientras los vehículos que circulaban eran poco más que carromatos tirados por caballos. Cuando los coches y camiones propulsados a motor fueron poco a poco conquistando los caminos y los viajes se empezaron a popularizar, aquella vía que atravesaba la ciudad bajo la puerta de Madrid y que se adentraba por las calles Mayor y Libreros se convirtió en una fuente de problemas y hubo que optar por buscar una solución acorde a los nuevos tiempos.

Calle Carmen Calzado en 1963

En algún instante entre los años 1918 y 1958 (hasta el momento me ha sido imposible fijar una fecha exacta) se construyó el segundo trazado de la carretera N-II a su paso por Alcalá de Henares: una pequeña ciudad que apenas tenía casas más allá de las murallas que la delimitaban. Precisamente por eso aquella carretera se ideó de forma paralela a la muralla Norte y a escasos metros de ella como podemos ver en la siguiente imagen.

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Originalmente esta vía consistía en un simple camino de tierra preexistente (en las fotografías de la zona hacia los años 1910/1915 se puede apreciar con claridad) pero en un momento indeterminado de mediados de siglo, este camino se asfaltó convirtiéndose en una importante travesía que dejaba al trazado original relegado a un uso estrictamente urbano.

Si elevamos un poco más nuestro punto de vista nos vamos a encontrar con una importante calle de dos carriles en cada sentido llamada «Vía complutense» (marcada en color amarillo en la siguiente imagen) que atraviesa la ciudad de izquierda a derecha bordeando el centro histórico de la misma por su parte Norte. Dicha vía no es otra que la antigua N-II, y lo más sorprendente es que hasta el año 1985 todos los vehículos que se dirigían hacia Barcelona procedentes de la capital tenían que pasar forzosamente por allí.

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Tráfico a media tarde

Poco a poco Alcalá fue creciendo en todos los sentidos y lo que era una carretera que bordeaba la ciudad acabó prácticamente atravesándola por su parte central. Evidentemente esto no suponía ningún problema cuando el parque automovilístico en España era escaso (algo que podéis apreciar en muchas de las fotografías originales de la serie Alcalá de Henares ayer y hoy) pero cuando en los primeros compases de la década de los ochenta los coches empezaron a aflorar como las margaritas en primavera, el tráfico por Alcalá empezó a ser una importante preocupación para políticos y ciudadanos que obligó a diseñar un nuevo trazado que es el ahora vigente.

EL TRAZADO ACTUAL DE LA AUTOPISTA A-2

La actual autopista data del año 1985 y es el trazado que está marcado en color naranja en la siguiente imagen. Podéis apreciar cómo evita el centro de la ciudad (como es lógico) atravesando los polígonos industriales de la zona norte de Alcalá y dejando aislado al campus universitario de ciencias (parte superior derecha de la imagen) del resto de la urbe.

Para que veáis la diferencia con la carretera anterior, ésta sigue marcada en color amarillo pálido y se puede distinguir perfectamente porque atraviesa la ciudad por el centro prácticamente en línea recta (sólo hemos subido de altitud con respecto a la captura anterior).

Vista general del trazado de la A-2 a su paso por Alcalá de Henares

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¿Os imagináis el tráfico de una carretera tan importante como la A-2 circulando por las estrechas calles del centro de la ciudad? Es cierto que resultaría como mínimo sorprendente, pero si pensáis en esa infinidad de pequeños pueblos atravesados por alguna de las pequeñas carreteras que todavía existen en España comprenderéis que lo que ha sucedido en Alcalá de Henares no es más que una evolución lógica necesaria para adaptarse a los nuevos tiempos.

La calle mayor

Bueno, espero que os haya entretenido este pequeño reportaje y os haya enseñado alguna cosilla que no conociérais. Yo he de reconocer que he disfrutado mucho informándome y recopilando imágenes de las diferentes épocas pese a que se me han ido unas cuantas horas en su confección, pero no importa, y de hecho todavía voy a dar unas cuantas vueltas más para ver si consigo averiguar el año exacto de inauguración del segundo trazado para así dejar el reportaje completamente terminado. Tras muchos libros consultados y muchas personas preguntadas, ese es un dato que todavía no he conseguido sacar a la luz, pero no quiero retrasar más la puesta de largo de estas líneas. Cuando consiga el dato ya actualizaré ligeramente el artículo, pero creo que tal y como está ahora mismo servirá para despertar la curiosidad de algunos de vosotros y por eso he elegido el día de hoy para mostraros esto.

De todos modos no quisiera terminar este artículo sin dar las gracias a la oficina de turismo de Alcalá de Henares por toda la lata que les he dado a base de preguntas, a la encargada de la biblioteca del distrito IV por mostrarme algunos libros que me han sido de gran ayuda y también a Maza y a Manolo; dos lectores que me apuntaron en los comentarios importantes datos sobre el origen romano de esta carretera y el trazado exacto de la misma respectivamente. Sin su inestimable ayuda muchos datos se me hubieran pasado por alto y el reportaje hubiera quedado bastante «cojo».

Como os decía, espero que estos párrafos hayan sido de vuestro agrado. ¡Gracias por vuestro tiempo!  😉