Supe del Buddy Holly’s por una entrevista que hicieron a su dueño a primeros de año en Diario de Alcalá. En aquel momento me pareció un lugar bastante original y una propuesta valiente dentro de la tónica habitual de los bares complutenses, pero no me pasé por allí en aquel momento y la cosa pareció caer en el olvido.
Sin embargo, cuando hace algo menos de un mes mi hermana volvió a Alcalá para pasar unos días y me preguntó si sabía de algún sitio novedoso para tomar algo tranquilamente, por obra y gracia de esos desconocidos mecanismos de la memoria salió a relucir aquel bar inspirado en la América de los años 50 y fuimos allí a tomar un café con tortitas.
Desde aquella tarde me di cuenta de que sentía una cierta atracción por el lugar, ya que además de reinar un ambiente bastante relajado con predominio de tonos pastel en sus paredes, a la hora de «amueblarlo» se ha prestado especial atención a esos pequeños detalles que tanto admiro: los carteles que pueblan las paredes, los taburetes rojos, la guitarra colgada cerca de la entrada, el olor a café recién hecho… Iconos todos ellos de esa América de mediados del siglo pasado que hemos visto en multitud de películas.
Además de todo esto, el Buddy Holly’s tiene otras cosas a su favor: los precios son muy asequibles, el trato es excelente y está situado en pleno centro de la ciudad; concretamente en la calle Tercia, justo enfrente del Copy Henares y a un paso de la plaza de los Santos Niños. Si vais por allí os sugiero que pidáis un batido y unas tortitas (la especialidad de la casa) y ya veréis lo que mucho que disfrutan vuestros sentidos sin tener que realizar un gran desembolso a la hora de pagar.
Bueno, pues poco más os puedo decir, ya que lo más recomendable es que os acerquéis un rato y veáis esto que os estoy contando con vuestros propios ojos. Y por cierto, por si alguno de vosotros está pensando que esto tiene pinta de ser una «entrada patrocinada», os aseguro no es así y que el artículo está basado (como todo en este blog) exclusivamente en mis propias impresiones y en mi filosofía de dar a conocer las cosas que merecen la pena.
De hecho me ha gustado tanto el Buddy Holly’s que aunque yo nunca he sido muy de ir a tomar un café sólo, desde que descubrí este sitio confieso que casi todas las tardes que salgo a dar una vuelta procuro que mi ruta pase por su puerta y así tener una excusa para detenerme a tomar un café en la barra. Si un día pasáis por allí a eso de las seis y media o las siete es posible que me veáis sentado en uno de sus taburetes con una taza de café en la mano.
Por cierto, el nombre con el que han bautizado al lugar no es ni mucho menos casual… 😛