Siempre me han llamado mucho la atención los teleobjetivos de apertura constante fabricados por Nikon. Tienen una construcción robustísima, la calidad óptica es sobresaliente y son auténticos referentes en el mundillo de la fotografía. Por eso, uno de mis sueños fotográficos (recientemente materializado) era tener uno de ellos y poder emplearlo para retratar las cosas desde mi particular punto de vista haciendo uso de las posibilidades que dan a la hora de dar rienda suelta a la creatividad de la persona que está detrás de la cámara.

La familia de teleobjetivos Nikon
Dentro de estos teleobjetivos hay varios modelos: por un lado están los de apertura fija y focal larga, siendo el máximo exponente de esto en la gama Nikon los 200mm f/2 VR (3800 euros), 300mm f/2.8 VR (5000 euros) y 400mm f/2.8 VR (8000 euros) así como los 500mm f/4 VR (7000 euros) y 600mm f/4 VR (8700 euros). Aprovecho para hacer una observación; y es que con estas dos últimas focales de 500 y 600 milímetros es complicado conseguir una gran luminosidad y por eso son f/4 en lugar de f/2.8. También hay un 300mm f/2 de primeros de los 80 que hoy en día es prácticamente imposible de encontrar y que representa lo más bestia que ha hecho Nikon en cuanto a relación focal/apertura se refiere.
Luego están los teleobjetivos de focal variable (zoom) y apertura constante a lo largo de todo su recorrido; siendo dos de los más punteros el muy apreciado por los amantes de la fotografía de naturaleza 200-400 f/4 VR (que cuesta la friolera de 7000 euros) y el mítico 70-200 f/2.8 VR; que es un instrumento indispensable en la bolsa de cualquier reportero gráfico y que tiene un precio cercano a los 2000 euros.
Por supuesto, no pensaba gastarme semejante fortuna en un objetivo cuando la fotografía no deja de ser un hobby para mí. Si viviera de ello no me quedaría más remedio que dejarme unas cuantas nóminas en un equipo que no hiciera concesiones a la calidad de imagen; pero al no ser así hay que valorar siempre factores como la usabilidad, las prestaciones y, sobre todo, el precio de la óptica.
Por eso mismo decidí hacerme con un AF Nikkor ED 80-200 f/2.8 D, ya que considero que representa un buen compromiso entre coste y rendimiento debido a que se trata de una óptica con unos años ya a sus espaldas, sin estabilización óptica y que sólo enfocará automáticamente en cámaras dotadas con motor integrado en el cuerpo (como mi D300).

La historia de los Nikkor 80-200 f/2.8
El modelo del que hoy os hablo no es el primero ni el último dentro de una misma gama de ópticas de Nikon. De hecho ha habido dos modelos anteriores y cuatro posteriores, por lo que me gustaría hacer un breve repaso a esta subfamilia de objetivos para que os hagáis una idea de cómo ha ido evolucionando el asunto:
El primero de los modelos aparecidos con una distancia focal de entre 80 y 200 milímetros y una apertura constante de f/2.8 lo hizo en el año 1982 y se trataba de un objetivo dotado de enfoque manual y aspecto bastante colorido como era habitual en los modelos de esta época. Sus líneas rojas, azules y amarillas marcando la profundidad de campo disponible a diferentes aperturas así como un peculiar anillo dorado en la base de la zona móvil del objetivo le daban un aire de lo más retro que no casa demasiado bien con las cámaras actuales.

Posteriormente, en 1988 salió al mercado la evolución de esta óptica manteniendo sus prestaciones pero añadiendo el enfoque automático, un diseño óptico exactamente igual al del modelo que hoy os presento y un aspecto externo muy similar. Durante los cinco años que se mantuvo a la venta tuvo bastante éxito y fueros muchos los fotógrafos que se interesaron por él debido a sus atractivas prestaciones.

Precisamente el modelo sobre el que se centra este artículo fue el siguiente en aparecer: lo hizo en 1993 y se mantuvo en producción durante cuatro años, siendo uno de los modelos más vendidos dentro de la gama profesional de teleobjetivos Nikon. Mejoró algo los acabados y evitó el giro del frontal durante el enfoque, lo que facilitó la vida a los usuarios de filtros polarizadores.

De todos modos, como en el mundo de la fotografía ninguna empresa puede permitirse dormirse en los laureles, tiempo después (concretamente en el año 1997) fue sustituido por otro que siguió manteniendo el mismo diseño óptico; pero en lugar de poseer un zoom de tipo push-pull lo implementó mediante el habitual anillo giratorio engomado; practica que se mantendría hasta nuestros días. Del mismo modo, por primera vez se incluyó un collar para trípode, lo que facilitó su uso en fotografías de paisaje y similares. Como curiosidad, se trata de un modelo que se sigue fabricando a día de hoy pese a que posteriormente han ido saliendo otros modelos más modernos y de mayores prestaciones.

En el año 1999 apareció en el mercado un modelo que implementó el autofocus de tipo AF-S, por lo que podríamos emplearlo sin problemas en cámaras sin motor de enfoque en el cuerpo como las actuales D40, D60, D3000 o D5000. Ya sé que por aquella época la D1 acababa de aparecer en el mercado y lo de no contar con motor de enfoque en la cámara era algo impensable; pero es que lo de los motores ultrasónicos no es un invento actual ni mucho menos, y de hecho estos objetivos enfocaban perfectamente en las cámaras analógicas de la época como la, por entonces tope de gama, Nikon F5.

La evolución de estos cuatro modelos de teleobjetivos nos llevaría a una óptica ya mítica dentro del catálogo de Nikon y que ampliaba ligeramente el rango focal: el 70-200 f/2.8 VR que apareció en el año 2003 y no tardaría en convertirse en todo un referente en cuanto a teleobjetivos luminosos se refiere. Desde entonces, si os fijáis en la mayoría de los fotógrafos que emplean material Nikon en ruedas de prensa y eventos de ese tipo, podréis observar que el uso de este objetivo es prácticamente unánime. Por supuesto, Canon tiene su propio 70-200 f/2.8 estabilizado, siendo también una herramienta imprescindible para cualquier reportero gráfico usuario de esta marca y que por su luminosidad y rango focal se adapta perfectamente a todo tipo de situaciones (y de ahí su éxito).

Por último, en 2009 apareció la evolución del modelo anterior, manteniendo las mismas características ópticas pero incorporando una evolución del sistema VR para hacerlo todavía más efectivo y optimizando más si cabe la calidad de imagen, dando lugar a una óptica que es todo un oscuro objeto del deseo desde el mismo día que salió a la venta.

Primeras impresiones con el AF Nikkor ED 80-200 f/2.8 D
Como podéis ver en algunas de la imagen que ilustran este artículo, el 80-200 f/2.8 tiene un tamaño y un peso considerables: colocadle su parasol y un filtro UV de 77mm de diámetro y tendréis unas dimensiones de 24,5 cm de largo por 10,5 cm de diámetro en el extremo anterior así como un peso que se planta en el kilo y medio justo. Si a eso le unís el kilo de peso de la D300 en la que lo llevo montado os podréis imaginar que el conjunto es de todo menos discreto, ligero y manejable.
En todo caso, una vez que tenemos la cámara en la mano con el 80-200 montado nos daremos cuenta de que todo queda más o menos equilibrado. El cuerpo de la cámara es voluminoso y robusto y el objetivo sigue pareciendo grande pero no da la sensación de «¿qué es eso que cuelga de la montura del objetivo?» que enseguida se le planteará a cualquiera que monte esta óptica en una cámara tan compacta como D40 según muestra la siguiente imagen.

Nikon D40 y AF Nikkor ED 80-200 f/2.8 D
Es cierto que para conjuntos que se plantan en más de dos kilos es recomendable emplear un trípode o al menos un monopie para no acabar con los brazos agarrotados; aunque a mí (que no soy Sansón precisamente) me parece que para una o dos horas de fotos se puede manejar perfectamente. Reconozco que no es la óptica con la que me iría a subir una montaña llevando la cámara colgada del cuello, pero el peso es soportable durante un buen rato y la construcción es tan sólida (todo el cuerpo es de aleación metálica) que nos permitirá despreocuparnos un poco de pequeños golpes y arañazos que se pueda llevar el 80-200 durante su uso.
Usando el objetivo en condiciones reales
Tras estar unos cuantos días llevando el 80-200 montado en la cámara casi permanentemente hay muchas cosas que me gustan de él; pero también algunas que no me terminan de convencer. Su capacidad de desenfocar los fondos disparando a f/2.8 es espectacular (sobre todo a medida que nos vamos acercando a los 200mm) y ese es el principal motivo por el que uno se compra un teleobjetivo con una apertura como esta.
Sin embargo, la calidad de imagen, aunque es muy alta en todas las distancias focales, pierde un poco a plena apertura y 200mm. No es que se note demasiado, pero sí que mirando las imágenes en el monitor a tamaño 1:1 se aprecia una ligera merma de nitidez sobre todo en los bordes de la imagen (y eso que estoy usando una cámara APS-C, porque el objetivo está diseñado para Full Frame y por lo tanto «va sobrado» en la D300).
Como muestra de esto que os digo, en la siguiente imagen tenéis un recorte al 100% de una fotografía realizada a 200mm y f/2.8; y en ella podréis apreciar que aunque sería posible contar cada pelo que aparece, hay un ligero velo borroso en los bordes de todos ellos. En todo caso, hay que tener en cuenta que estamos usando las condiciones más desfavorables del objetivo y que esto que tenéis a continuación es un área de 500 x 333 píxels recortada de una fotografía de 4288 x 2848.

Definición a 200mm y f/2.8 (recorte 100%)
Del mismo modo, empleando las aperturas más grandes (hasta f/4 aproximadamente) nos vamos a encontrar con algunas aberraciones cromáticas consistentes en zonas azuladas en los bordes de las zonas más brillantes de la imagen. Si bien esto no es un defecto especialmente grave porque ya incluso las últimas cámaras corrigen esto por software (también lo podemos hacer nosotros mismos en postproducción) lo ideal sería que las transiciones entre áreas claras y oscuras fueran totalmente nítidas y sin ningún tipo de tinte. Pensad que en digital podemos corregirlo de manera más o menos sencilla; pero este objetivo apareció en la época analógica, y por tanto era mucho más complicado eliminar esos defectos cromáticos de las copias impresas.
Estas aberraciones cromáticas a las que me refiero las podéis apreciar con claridad en el siguiente recorte al 100% disparado como en el caso anterior a 200mm y f/2.8 aunque, como os decía antes, sería posible eliminar esos tonos azulados por software una vez tengamos la imagen descargada en el ordenador (preferiblemente en formato RAW).

Aberraciones cromáticas a f/2.8 (recorte 100%)
De cualquier modo, la calidad de imagen cualquiera que sea la distancia focal y la apertura empleada es magnífica incluso viendo las imágenes resultantes a buen tamaño. Es una tontería ponerse a examinar este tipo de cosas a escala 1:1 porque para que eso se apreciara en una impresión necesitaríamos hacerla a tamaño cartel publicitario de parada de autobús y para que se apreciara en un monitor tendríamos que tener la resolución de una pantalla de cine, y con lo que hay que quedarse es que la gama de focales y aperturas que dan un máximo rendimiento en una óptica de este estilo es mucho más amplia que en los modelos más básicos.
El principal problema de este objetivo es su peso y su tamaño, ya que si no estamos acostumbrados a ópticas de este tipo la impresión inicial al tenerlo en las manos es, cuanto menos, la de estar sujetando un obús de la segunda guerra mundial. Además, al no contar con rosca para trípode en el propio objetivo (algo habitual en ópticas de este peso y dimensiones) en caso de montar la cámara en algún sistema de sujeción, la montura de la misma así como la propia rosca de la base del cuerpo van a recibir una tensión considerable debido a que todo el peso va a recaer en la parte delantera del conjunto por culpa de la gran cantidad de cristal que posee en su interior (un total de 16 elementos, 3 de ellos de baja dispersión).

Por cierto, un detalle curioso de esta óptica es que el zoom no se realiza mediante un anillo giratorio como es habitual en la práctica totalidad de los objetivos actuales; sino con una amplia zona del barrilete que desliza hacia delante y hacia atrás de tal modo que en su posición más adelantada estaremos disparando a 80 milímetros y en la más pegada al cuerpo de la cámara a 200. Esto, que al principio se hace un poco raro, se convierte luego en una opción muy cómoda y rápida para variar el encuadre de nuestras fotografías gracias al tacto suave y sólido al mismo tiempo de este mecanismo.
En cuanto a otros detalles menores del 80-200 os diré que el anillo de diafragmas no tiene nada de especial, y va desde f/2.8 hasta f/22 contando con una pequeña pestaña para bloquearlo en este último valor y así emplearlo en las cámaras actuales. Del mismo modo, la «ventana» que hay en la parte delantera de la óptica nos va a mostrar la distancia de enfoque pero sin ningún tipo de marcas para saber la profundidad de campo con la que vamos a contar. Un pequeño interruptor junto a la misma nos va a permitir acotar en dos tramos el rango de distancias enfocables para así agilizar un poco el proceso de búsqueda de foco y un anillo en la parte inferior será el que nos permita elegir entre enfoque manual o automático.

Por cierto, como podéis ver en la imagen que tenéis sobre estas líneas, la vista frontal del objetivo con el diafragma abierto a f/2.8 es sencillamente espectacular y os puede dar una idea del poder de captar luz que tienen este tipo de ópticas. Es verdad que los objetivos fijos de 50mm y 35mm que poseo tienen aperturas mayores que éste (ambos son f/1.8) pero no debemos olvidar que esa apertura de f/2.8 aquí la tenemos disponible incluso a 200mm con lo que esto implica en cuanto a captación de luz y capacidad de desenfoque.
Como os decía antes, el peso del 80-200 f/2.8 es más que considerable y a no ser que sepamos bien lo que esto supone no deberíamos de adquirir una óptica de este tipo para pasar el día en el campo con la cámara colgada al cuello. En mi caso particular la idea es emplearlo en esas excursiones por algunos pueblos que vengo haciendo en las últimas semanas en las que es el coche el que carga con el equipo la mayor parte del tiempo.

Nikon D300 y AF Nikkor ED 80-200 f/2.8 D
Además, en caso de que tengáis una mochila de mediano tamaño para transportar vuestro equipo deberíais ir pensando en cambiarla por una más grande, ya que en la Lowepro Slingshot 100 en la que suelo llevar la D300 con un objetivo montado y dos más «en la reserva», me cabe nada más que la cámara con el 80-200 (y va muy justa) por lo que cuando llevo esta óptica no puedo llevar ninguna otra con lo que esto supone en cuanto a limitación de rango focal, ya que lo ideal sería acompañar este 80-200 con mi 16-85 VR.
Por otra parte, la ausencia de VR implica que no debemos descuidar la regla de la inversa de la focal. Es decir, que si estamos disparando sin ningún tipo de apoyo con el zoom del objetivo al máximo (200mm) deberíamos de emplear un tiempo de disparo más rápido de 1/300 en formato DX y 1/200 en formato FX o réflex analógicas para evitar trepidación en las imágenes resultantes.
Comparación con el Nikkor AF-S DX 55-200mm f/4-5.6 G ED VR
Si colocamos este objetivo junto a mi Nikon 55-200 VR diseñado específicamente para cámaras DX, veremos enseguida que la diferencia de tamaños es notable. Y aunque es verdad que el 80-200 es notablemente más grande, os aseguro que donde más se nota es la diferencia es en el peso de uno y otro; porque cuando ahora sostengo en mis manos el 55-200 me da la sensación de que está hecho de cartón-piedra.
Apreciaréis claramente esa diferencia de tamaños que os comentaba hace un momento en la siguiente fotografía:

Obviamente, que una óptica esté diseñada para el formato FX y que además posea una apertura constante de f/2.8 hace que sea mucho más voluminoso, pesado y caro; lo cual puede ser una desventaja importante a la hora de movernos por el campo o la ciudad con la cámara al hombro.
A modo de resumen
Me gustaría resumir un poco todo lo anterior en apenas unas líneas en las que trataré de expresar lo mejor y lo peor de esta óptica, pues ya sabéis que tiendo a irme mucho por las ramas al hablar de estas cosas y a estas alturas puede que algunos ya ni os acordéis de lo que comentaba en los primeros párrafos.
En la parte positiva está, como es lógico, la calidad general de imagen obtenida prácticamente en todo su rango focal y de diafragmas, su luminosidad, su capacidad de desenfocar los fondos y la construcción casi indestructible del objetivo. Es lo que se espera de un tele de este tipo, y en ese sentido el 80-200 f/2.8 no defrauda en absoluto.

Sin embargo, tampoco debemos de olvidar que el objetivo presenta algunas aberraciones cromáticas bajo ciertas condiciones y que al no poseer estabilizador óptico tendremos que vigilar que la velocidad de disparo no sea demasiado baja si estamos disparando a pulso.
Del mismo modo, os recuerdo que el objetivo no posee motor de enfoque propio y debido a ello no es tan rápido buscando el foco como en los modernos modelos AF-S profesionales (además de que nos obligará a enfocar manualmente en las actuales réflex de gama baja). Debido a ello no es el objetivo más adecuado para retratar elementos en continuo y rápido movimiento como un coche de carreras o un águila en pleno vuelo.
Por su parte, el peso y el volumen de esta óptica la vamos a notar en nuestros brazos y nuestra espalda si cargamos con el equipo durante varias horas. Kilo y medio de objetivo no es demasiado para estar un rato haciendo fotografías; pero estar toda una tarde con la cámara en ristre puede ser un esfuerzo considerable si no estáis acostumbrados.
Imágenes de ejemplo
Os ofrezco a continuación algunas imágenes capturadas con mi D300 y este objetivo para que podáis ver por vosotros mismos de lo que es capaz el conjunto. Lo que más me gusta del 80-200 f/2.8 es su capacidad para aislar los sujetos del segundo plano incluso estando situados a cierta distancia y es principalmente en lo que se centran estas imágenes, ya que si sé de antemano que voy a disparar todo el rato a f/8 lo más lógico es que me lleve mi 55-200 VR que ni pesa ni abulta y deje este voluminoso modelo en casa para otra ocasión más propicia.
No es complicado desenfocar el fondo con cualquier objetivo cuando tenemos la cámara pegada a la cara de la persona a la que estamos retratando; pero conseguir ese mismo efecto colocados con nuestra cámara a unos cuantos metros es algo que sólo puede hacer una óptica de focal larga y apertura generosa como esta; así que como una imagen vale más que mil palabras os dejo con una selección de fotografías que iré ampliando en fechas posteriores.









Enlaces de interés
· Ficha técnica (foro Nikonistas)
· Review de la versión de dos anillos (Photozone)
· Nikkor 80-200 f/2.8 partes I, II, III, IV y V (Photography in Malaysia)
· Historia de los 80-200 f/2.8 (Ken Rockwell)
* Todos los artículos de este tipo en https://luipermom.wordpress.com/fotografia
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