Review: Bittboy PocketGO

Siempre he sido un devoto de las videoconsolas portátiles. He tenido máquinas de todo tipo y condición desde mi infancia, pero sin duda las que más he disfrutado han sido los modelos «para llevar» de Nintendo (Gameboy – DS – 3DS), Sega (GameGear) y Sony (PSP – PSVita) porque si hay algo que me gusta de ellas es la independencia que te dan a la hora de jugar a algo sin monopolizar la tele del salón.

Y precisamente ahora que las portátiles están de capa caída (PSVita se descatalogó hace unos años y 3DS está dando sus últimos coletazos) aparecen en el mercado unas pequeñas máquinas de bajo coste que estoy seguro de que me van a dar muchas alegrías; sido un ejemplo de ellas esta de la que hoy vengo a hablaros: la Bittboy PocketGO.

Esto que tenéis sobre estas líneas no es otra cosa que una retroconsola portátil made in China, de bajo coste, tamaño irrisorio y cuya particularidad es que está diseñada para ejecutar en ella principalmente emuladores de diversas máquinas del pasado tanto de 8 como de 16 bits; si bien luego veremos que tiene algún que otro añadido interesante.

La máquina, comprada en Amazon España, tiene un coste de unos 40 euros que puede ser menor si la adquirís a través de Aliexpress y similares. Sea como sea, la pequeña de las Bittboy incluye una tarjeta microSD de 8 GB con el firmware, un lector de tarjetas USB, una hoja de instrucciones, un cable de carga microUSB y un juego de botones adicional con los colores de la SNES.

De primeras, lo que os recomiendo una vez probada la máquina es haceros con otra tarjeta de algo más de capacidad e instalar en ella la última versión del firmware; algo que es sencillo de hacer y que nos ayudará a pulir algunos defectos. Por ejemplo, en la primera versión del software de la PocketGO había juegos que sufrían de un visible efecto de tearing, cosa que en versiones posteriores quedó solucionado. Además de esto, poco a poco se han ido incorporando nuevos emuladores, soporte de ROMs más amplio, mayor personalización del aspecto de los menús… de modo que siempre es bueno tener la última versión estable. Os dejo el enlace a una web donde tenéis tanto el último firmware disponible como las instrucciones para instalarlo en una microSD.

Primera impresión

La primera sensación al sacar la consola de su caja (cajita, más bien) es la de tener entre manos algo realmente diminuto. De hecho la consola no es mucho más grande que una GameBoy Micro, que en su tiempo era mi máquina favorita con diferencia; sólo que su potencia y versatilidad están a años luz de la que fue última reencarnación de la portátil original de Nintendo. En lo que a números se refiere, tiene un tamaño de 12,3 x 5,6 x 1,4 cm y un peso de tan sólo 89 gramos. Si la echáis a un bolsillo os olvidaréis de que está ahí y ese es, para mí, uno de sus puntos fuertes.

La PocketGO cuenta con una pantalla IPS de 2,4″ con resolución de 320 x 240 pixels, cruceta digital, cuatro botones de disparo, dos gatillos, select, start y menú (aunque este último botón está rotulado como «reset»). Del mismo modo, contamos con un interruptor de encendido, un potenciómetro analógico de control de volumen, una salida jack para auriculares, otra para conectarla a una TV a través de vídeo compuesto, un altavoz que se escucha sorprendentemente alto para su tamaño y un puerto microUSB para cargar la batería interna en principio no reemplazable de 1000 mAh que nos dará unas cinco horas de juego continuo; aunque esto depende del sistema que estemos emulando, el brillo de pantalla, el volumen del audio… Por último, tenemos una ranura microSD para la necesaria tarjeta (de hasta 128 GB) que contendrá tanto el firmware como los juegos que queramos ejecutar.

A nivel interno, el corazón de la máquina es un SOC Allwinner F1C100S que corre a 702 MHz (aunque puede ser configurado hasta a 900 MHz), posee aceleración 2D y cuenta con 32 MB de memoria RAM. Puede parecer poca, pero daos cuenta de que las máquinas que emula tenían mucha menos memoria: 96 KB la GBA, 128 KB la SNES, 2 MB la PS1, 64 KB la Megadrive, 128 bytes la Atari 2600… Cierto es que el sistema operativo que gobierna la consola también tiene necesidades de RAM, pero viendo las irrisorias cantidades que empleaban las consolas originales, 32 MB son suficientes como para no tener problemas en ese aspecto.

Como os decía antes, al sostener la consola en la mano nos daremos cuenta de lo pequeña que es. Con una forma que, aunque más cuadrada, recuerda a la GameBoy Advance por la disposición de botones y por el tacto de su carcasa no resulta incómoda de utilizar (a no ser que tengamos manos de jugador de baloncesto) y los pulgares son capaces de asentar bien sobre la cruceta de control y los botones principales. Caso aparte son los gatillos, ya que en este caso en lugar de pulsarlos con la yema de los índices estos caen aproximadamente a la altura de la segunda falange, de modo que a la hora usarlos sí que nos podemos sentir algo más torpes.

Por la disposición y cantidad de botones no echaremos nada en falta para controlar los juegos que pueden ejecutar los emuladores incluidos con esta retroconsola. La única excepción serían los botones L2 y R2 del mando original de Playstation porque, sí, la PocketGO técnicamente es capaz de ejecutar juegos de PSX pero ya os adelanto que serán pocos los que puedan correr a una velocidad y fluidez suficientes como para ser jugados.

Evidentemente decir que la consola puede emular PS1 es un argumento de ventas, pero os puedo asegurar que es una característica prácticamente anecdótica que probaréis una vez y ya nunca más porque igual que otros sistemas están emulados a la perfección, en este caso la mayoría de títulos se arrastran por la pantalla.

Por cierto, antes no dije nada; pero la batería de la consola se carga en poco más de un hora y aunque no es tan sencillo como en un móvil de los de antes, podemos cambiarla nosotros mismos desatornillando la tapa trasera, desconectándola de la placa base y buscando una con las mismas características físicas y eléctricas. El cambio de batería no es una operación «oficial» de esta consola, pero no es complicado de realizar por el común de los mortales.

Y ya que estamos, que el indicador de la batería (un rayo en la parte inferior derecha de la pantalla) no os engañe: al principio baja bastante rápido, pero el último tramo se estira hasta el punto de que parece que ya no va a hace falta cargarla nunca más. A mí me gustan los indicadores más lineales pero al final te acabas acostumbrando y no entras en pánico cuando ves bajar el indicador con rapidez en la primera hora de uso tras la carga porque sabes que todavía te queda autonomía para rato.

Máquinas emuladas

Ya que estamos voy hacer un listado de las máquinas que la Bittboy PocketGO es capaz de emular con su último firmware (a día de hoy la versión 1.3.2) y un breve comentario sobre el rendimiento general en cada caso, pues he tratado de ejecutar diversos juegos de todos los sistemas soportados y tengo una idea bastante aproximada de las limitaciones de la máquina. Todos estos emuladores se encuentran en una pestaña del menú y cuentan con iconos y configuraciones diferenciadas para cada uno de ellos:

  • GameBoy / GameBoy Color: emulación perfecta tanto en audio como en vídeo de todos los títulos probados
  • Gameboy Advance: se trata de un sistema perfectamente emulado en todos los títulos que he probado
  • NES: todos los juegos probados se emulan a la perfección
  • SNES: ciertos juegos (los que hacen uso del Modo7) van muy lentos y no son apenas jugables. El resto funcionan a la velocidad original y sin defectos gráficos ni sonoros
  • Master System: emulación perfecta al 100%
  • GameGear: emulación perfecta al 100%
  • Colecovision: no he conseguido que se ejecute ninguna de las ROMs que he probado
  • Megadrive: emulación perfecta al 100%. Del mismo modo que algunos títulos de SNES no iban muy finos, la emulación de MD está muy bien implementada
  • Atari 2600: emulación perfecta al 100%, algo lógico al ser una máquina tan sencilla
  • Atari Lynx: emulación perfecta al 100% en todos los títulos probados
  • PC Engine: emulación perfecta al 100% en todos los títulos probados
  • Arcade (MAME): en general funcionan bastante bien, aunque algunas ROMs de última generación pegan algunos tirones y otras dan error y vuelven a la pantalla de sección. Aun así, dada la gran variedad de ROMs existentes el ratio de fallos es bastante bajo
  • NeoGeo: al igual que en MAME, la mayor parte de los juegos se emulan correctamente si bien hay títulos que nos devuelven al menú y otros en los que el framerate y/o el sonido petardean un poco
  • Pokemon Mini: por la simpleza de esta máquina, todos los títulos probados se emulan perfectamente
  • WonderSwan: como en el caso de la GBA todos los títulos se emulan correctamente
  • PS1: podemos jugar a algunos juegos muy simples en 2D. Los títulos en 3D tienen fallos gráficos y van a tirones haciendo que la experiencia sea poco gratificante
  • Vectrex: no he conseguido que se ejecute ninguna de las ROMs probadas, devolviéndome al menú antes siquiera de mostrar nada en pantalla

Aparte de estas videoconsolas, hay tres sistemas informáticos que también están soportados: Amiga, MSX y DOS. En el caso de los dos primeros no he conseguido ejecutar ningún título porque los emuladores me devuelven errores; pero en el tercero sí gracias a que la interfaz es el conocido DOS-Box. Con este software podréis ejecutar juegos de hasta la época del Pentium más o menos aunque como es lógico no tenemos la posibilidad de conectar mandos externos, emulando por tanto teclado y ratón con la cruceta de control y un teclado virtual en pantalla.

Una cosa muy positiva de esta máquina es que la práctica totalidad de los emuladores cuentan con grabación y carga de savestates; lo que quiere decir que podremos guardar la partida en cualquier momento para reanudarla cuando queramos, sin necesidad de tener que esperar a llegar a un punto de grabación estipulado por el propio juego. Esto también es muy útil en títulos muy complejos para poder salvar antes de un momento en el que sabemos que tenemos muchas posibilidades de ver un GAME OVER y así, si fracasamos, poder intentarlo una y otra vez.

También dicho menú (que aparece con la pulsación del botón reset) nos permite variar la configuración de los diferentes emuladores durante su ejecución, ya sea en sus aspectos gráficos como sonoros. Esto viene muy bien para ir probando configuraciones «en tiempo real» para así dar con aquella con la que nos sintamos más cómodos jugando (suavizado y escalado de pantalla, frecuencia de sampleo de la música…)

Otros añadidos interesantes

En otra de las pestañas del sistema tenemos unos cuantos juegos freeware y shareware de lo más diversos, siendo los más llamativos (al menos para los que eramos jugones de PC a principios de siglo) Quake y Quake II. Hay otros shooters en primera persona como Doom, Wolfenstein 3D, Rise of the triad o Hexen y adaptaciones de Pang, Digger, King of Fighters… Como os digo se trata de títulos muy conocidos que sorprende ver en una portátil tan diminuta, y aunque casi se me sale una lágrima de emoción al ver correr Quake II en un dispositivo que cabe en la palma de mi mano, he de admitir que los controles de la PocketGO no son los adecuados para mover este tipo de juegos.

En otro submenú tenemos una serie de utilidades de las que yo destacaría dos de ellas: el explorador de archivos y el terminal, dejando de lado el resto. No olvidemos que lo que corre bajo el firmware de la máquina es una versión de linux y, por tanto, con el terminal podremos acceder a la mayoría de comandos soportados. El teclado, eso sí, es virtual manejado por la cruceta y el botón A, de modo que la introducción de cualquier comando más o menos largo nos llevará un rato. Tened en cuenta que el sistema, al no tener conexión a internet de ningún tipo, no es actualizable con un sudo apt-get update –> sudo apt-get upgrade como se hace en todos los sistemas de este tipo. En cuanto al explorador, es útil si vemos que una ROM nos está dando follón y queremos quitárnosla de en medio sin tener que andar trasteando con la microSD en un ordenador.

Por cierto, es importante no apagar la consola de cualquier manera, ya que esto nos llevará a una corrupción del sistema de archivos que la PocketGO no siempre es capaz de reparar en el arranque. La cosa es acceder a la opción de apagar el sistema, confirmar con el botón A y esperar unos 10 segundos antes de deslizar el interruptor de apagado. Si no lo hacemos así corremos el riesgo de corromper la tarjeta y tener que formatear y volver a grabar la imagen original perdiendo todas las configuraciones y savestates.

En resumen

La PocketGO salió al mercado hace algo más de un año y, aunque actualmente se sigue vendiendo, hace apenas cuatro meses apareció su sucesora con más potencia, más memoria, un stick analógico, un slot adicional para una segunda tarjeta microSD, una pantalla de 3,5″, una forma algo más cuadrada y un precio de aproximadamente el doble. Sin embargo, creo que la primera PocketGO sigue siendo una opción muy válida si los sistemas que queremos emular están soportados por ella y la portabilidad es nuestra máxima prioridad.

Yo la empleo principalmente para emular dos plataformas: GBA y MAME. La primera por la fidelidad de ejecución de los juegos y porque por sus formas la máquina parece diseñada para ello; y la segunda porque poder jugar a recreativas míticas de mi infancia como Mikie, Green Beret, The Simpsons, Outrun, Mario Bros, TMNT o Street Fighter II dónde y cuándo queramos me parece una auténtica pasada; y es que aunque la Bittboy PocketGO tenga una potencia limitada, el rango de títulos que puede ejecutar es sorprendente.

Aquellas aventuras conversacionales de los años 80

Influenciado, sin duda, por la lectura de Ocho quilates (obra dividida en dos tomos que repasa la época dorada del software español durante la década de los 80) me dispongo hoy a hablaros brevemente de un género con escaso recorrido en nuestro país pero al que muchos de nosotros nos enganchamos de forma muy seria: las aventuras conversacionales.

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¿Qué es una aventura conversacional?

Si sois habituales de los juegos y ya lleváis una larga trayectoria en el mundillo sabréis que la aventura gráfica es un género prácticamente extinto hoy en día. Género que, propiamente dicho, comenzó con aquellos inolvidables títulos de Lucasfilm como Maniac mansion, Loom o Monkey island y que tuvo años muy fructíferos hasta medidados de la década pasada, momento en el que el género experimentó un rápido declive.

Sin embargo, antes de aquellos títulos que se jugaban con ratón y en los que veíamos en pantalla los resultados de nuestras órdenes (toda una novedad para la época) existían otras aventuras en las que la experiencia era menos visual y más imaginativa. Precisamente de esas aventuras es de lo que os quería hablar hoy.

Las aventuras conversacionales son títulos más cercanos a una especie de «libro interactivo» que a un videojuego de aventuras propiamente dicho. La diferencia con los títulos que vinieron después es que en pantalla tenemos una descripción del lugar en el que nos encontramos en apenas tres o cuatro líneas de texto, una ilustración (y no en todos los casos) y un cursor parpadeante esperando a nuestras órdenes escritas tal y como podéis ver en la siguiente captura de pantalla.

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Precisamente el término conversacional viene de que en realidad el juego consistía en ir introduciendo comandos escritos como si de una conversación se tratara, ya que solían ser de la forma «examina ladrillo», «nada hacia la costa», «dar veinte pesos a chica»… Nada que ver con los clicks de ratón en forma «verbo + objeto» que llegarían años después para facilitarle la vida al aventurero.

La aventura conversacional en España

En nuestro país, la aventura conversacional no fue un género multitudinario, pero gracias a Aventuras AD (una empresa creada bajo los auspicios de Dinamic) sí que consiguió tener una cierta presencia en el mercado y, sobre todo, un grupo leal de seguidores que esperaban con ansias la publicación de cualquier nuevo título.

Aventuras AD publicó varias aventuras conversacionales, siendo las más conocidas La aventura original, Jabato y La diosa de Cozumel. Títulos de temáticas diversas pero con un denominador común basado en unas descripciones precisas y concretas que nos trasladaban a los parajes donde transcurría la acción y unos acertijos capaces de desesperar al más paciente de los jugadores.

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Aunque Aventuras AD era una compañía formada por varias personas, al frente estuvo todo el tiempo Andrés Samudio; persona que a lo largo de los años se ha ganado el cariño y la admiración de todos los que nos hemos acercado en mayor o menos medida a este particular género.

De hecho, además de su trabajo como creador de aventuras conversacionales Andrés Samudio también escribía en revistas como Microhobby, donde yo particularmente disfrutaba mucho de aquella sección titulada «El viejo archivero» en la que Andrés trataba de resolver las dudas que los aventureros le planteaban; pero siempre desde el punto de vista de un extraño personaje que escribía en la soledad de un castillo tenebroso de los Cárpatos.

El viejo archivero

También me acuerdo mucho de otra sección muy particular de la misma revista llamada «El mundo de la aventura», donde se daba al lector información general sobre este género tan desconocido hasta el momento en España, se analizaban algunos títulos aparecidos en el extranjero y, finalmente, incluso se aportaban consejos para aquellos que se animaran a programar sus propias aventuras.

Mi visión personal del asunto

La aventura conversacional enseguida se convirtió en uno de mis géneros favoritos, debido seguramente al ejercicio de imaginación que requería el jugar a alguno de aquellos títulos (siempre he sido muy aficionado a la literatura en general).

Como os decía antes, las ilustraciones que en algunos casos aparecían en las pantallas del juego no eran más que una especie de boceto para hacer un poco más amigable el «entorno gráfico» del videojuego; pero en realidad la aventura tomaba forma en nuestra cabeza al leer los textos descriptivos referidos tanto a las localizaciones como a los personajes que conformaban el título. De ahí la similitud de cualquiera de estos títulos con un libro más que con un videojuego al uso.

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Cierto es que se trata de un género complejo y que requiere grandes dosis de paciencia para ir avanzando en la aventura, pero cuando conseguías salir de una celda de la que no parecía haber escapatoria alguna o lograbas abrirte paso a través de un mercadillo en la provincia de Yucatán la sensación era tan genial que compensaba todo el esfuerzo realizado.

De hecho, estas aventuras conversacionales convenía jugarlas teniendo lápiz y papel a mano para ir anotando pistas, haciendo esquemas de laberintos, ciudades y mazmorras. Datos que nos ayudarían a tener más clara nuestra situación y los recursos de los que podríamos hacer uso en un momento dado.

Jabato

Un homenaje al impulsor de la aventura conversacional en España

¿Y por qué me ha dado hoy por sacar a relucir esto de las aventuras conversacionales? Bueno, además de lo que os comentaba al principio del artículo sobre la reciente lectura de Ocho quilates, el pasado fin de semana estuve en la feria Retromadrid que se celebró en la sala Matadero y allí me llevé la sorpresa de ver en persona al mismísimo Andrés Samudio, que presentaba un libro que acaba de publicar llamado precisamente «La aventura original» (del que me hice con un ejemplar que me dedicó amablemente) y donde tuve ocasión de cruzar con él algunas impresiones de aquellas aventuras conversacionales que tan buenas memorias me traen muchos años después.

Como recuerdo de aquel instante quedó una fotografía que para mí es de lo más entrañable y que ahora me hace especial ilusión observar, pues gracias a ese hombre se desarrolló en mi el gusto por los videojuegos de aventuras (conversacionales en la época del Spectrum y de otros tipos a medida que el género fue evolucionando con los años) y también consiguió que pasara muchas horas leyendo sus artículos sobre un género que para él fue pasión y profesión a partes iguales.

Con Andrés Samudio en Retromadrid 2013

¡Mil gracias por tantas tardes de aventuras, Andrés!