Desde hace un par de semanas he cambiado mi teleobjetivo Nikon 55-200 por la versión estabilizada del mismo cansado de obtener algunas imágenes trepidadas cuando el motivo a fotografiar no estaba bien iluminado. En esos casos o subía la sensibilidad ISO de la cámara a 400 u 800 o directamente ni intentaba hacer la fotografía; ya que ante la ausencia de luz los tiempos de exposición eran demasiado largos para este rango de focales. En estos casos el VR es una valiosa ayuda que me permitirá ampliar un poco las limitaciones de mi equipo fotográfico.

A estas alturas de la película ya sabréis que tenemos dos opciones para disparar a pulso con poca luz sin subir demasiado la sensibilidad ISO y sin usar un flash: o bien empleamos un objetivo muy luminoso que nos permita tiempos de exposición muy breves (razón por la que los teleobjetivos f/2.8 se cotizan mucho entre los fotógrafos especializados en deportes) o empleamos una óptica estabilizada que nos permita tiempos de exposición más largos sin que las imágenes aparezcan trepidadas, aunque en este caso los objetos que estén en movimiento no aparecerán nítidos.
Puesto que un zoom luminoso se me sale muchísimo de presupuesto (el nuevo Nikon 70-200 f/2.8 VR sale por unos 2000 euros) he preferido gastarme diez veces menos y hacerme con un Nikon 55-200 f/4-5.6 VR del que hoy me gustaría hablaros después de haber disparado ya más de un centenar de imágenes con él.
El objetivo en la mano
Si colocamos la versión VR del 55-200 junto a la no estabilizada podremos ver varias cosas de un simple vistazo:

Por una parte el objetivo es ligeramente más largo y su parasol es circular en lugar de pétalos. En cuanto al peso, es 80 gramos mayor en la versión estabilizada por su mayor complejidad interna y cuenta con un interruptor más que controla la activación o desactivación del sistema VR. Por cierto, aprovecho para comentaros que el VR que equipa este objetivo es el más sencillo de los dos que hay en la gama de objetivos de Nikon, por lo que no hay más controles que el ON-OFF que os decía hace un momento, estando presentes otros modos más avanzados en el VR II que equipan las ópticas más punteras de la marca.
De cualquier modo, en ambos modelos la montura es de plástico (una pena, porque se agradece mucho cuando es metálica) y el diámetro del filtro es de 52mm; por lo que he podido colocar sin problemas el Kenko Protector que tenía puesto en el primer modelo. Lo que sí que se aprecia es que la construcción y el tacto del zoom es algo más sólido en la versión estabilizada. Se trata de una óptica con motor de enfoque AF-S incorporado (será capaz de enfocar automáticamente en las cámaras Nikon que no posean motor en el cuerpo) y diseñada exclusivamente para sensores de tipo DX, por lo que no podremos emplearla en cámaras FX a no ser que activemos el modo de recorte que emplea sólo la parte central del sensor. Tenéis más información sobre el tema DX vs FX en esta entrada del blog.

Del enfoque manual mejor ni hablamos, ya que el anillo de enfoque (en realidad la parte frontal del objetivo) tiene tan pocos grados de giro que es imposible afinar a mano el enfoque, siendo mucho mejor dejar esa tarea a la electrónica de la cámara tanto en una óptica como en la otra.
Usando el 55-200 VR
La principal ventaja del 55-200 VR sobre la versión anterior es, lógicamente, la posibilidad de emplear velocidades de disparo más bajas de lo normal. Ya sabéis que el sistema VR consiste en una lente dentro del objetivo que «baila» según los movimientos de nuestro pulso compensando ese leve temblor de tal modo que sobre el sensor de la cámara se proyecta la imagen captada por la óptica de una forma más estable. Según el fabricante, activando el VR podemos disparar a velocidades hasta ocho veces inferiores (tres pasos) a la que correspondería si empleáramos la típica regla de la inversa de la focal en equivalente a sensor de 35mm. Por lo tanto, si a 200mm teníamos que disparar a una velocidad de por lo menos 1/300, ahora podremos hacerlo a 1/40 obteniendo una imagen nítida.
Del mismo modo, el VR ayuda a componer las fotografías en el visor de la cámara puesto que vamos a tener una visión sin saltos ni temblores y, sobre todo, va a echar una buena mano al sistema de enfoque de la cámara al poder trabajar éste con una imagen estática con la que poder afinar más la nitidez del motivo enfocado.
La calidad de imagen disparando a aperturas que ronden f/8 es muy similar a la que daba la versión no estabilizada, pero lo bueno de la versión VR y su renovado esquema óptico es que vamos a poder disparar con el diafragma algo más abierto obteniendo una nitidez notable y un viñeteo prácticamente inexistente (cosa que se daba con cierta frecuencia en la versión anterior de la óptica), lo que nos ayudará a desenfocar prominentemente los fondos a la hora de hacer retratos.

El mecanismo estabilizador nos va a permitir hacer fotografías con focales largas en condiciones de poca luz (días nublados, amaneceres, ocasos…) sin necesidad de subir la sensibilidad ISO de la cámara o usar un trípode. En mi caso particular, me fui a primera hora de la mañana en un día muy nublado a un parque cercano a mi casa para disparar unas fotografías a una fuente a la que llevaba tiempo con ganas de retratar y he de reconocer que he quedado gratamente sorprendido por los resultados.

Ya sabéis lo mucho que me gusta callejear por la ciudad con la cámara, y he de reconocer que aunque el 55-200 me ha venido muy bien en multitud de ocasiones, la versión estabilizada es más funcional al no tener que depender tanto de las condiciones de iluminación exterior. Los días nublados y las sombras de los edificios ya no son un problema y además, como os decía antes, el sistema estabilizador hace que ganemos en nitidez y facilidad de enfoque al proyectar la imagen con más nitidez sobre el sensor de la cámara.
Ahora ya estoy acostumbrado a la sensación de mirar por el visor de la réflex con un objetivo estabilizado gracias al 18-55 VR que llevo usando unos meses, pero me gustaría comentaros que las primeras veces uno tiene la sensación de estar un poco mareado debido a que el movimiento de nuestro pulso y lo que vemos con nuestros ojos no se corresponde al 100%, especialmente en las focales más largas. Es un poco como la sensación de ir en barco, pero a la inversa.

Por lo demás, antes de dejaros con una breve conclusión y algunas fotografías más a modo de ejemplo para finalizar el artículo, me gustaría comentaros algunos detalles de poca importancia pero que no quisiera pasar por alto. Cosas como por ejemplo que el parasol puede ser montado al revés para almacenar el objetivo sin que ocupe tanto o que el enfoque se realiza de forma interna, no aumentando su tamaño en función de ello aunque sí en el caso de variar la distancia focal. Del mismo modo, el anillo del zoom tiene un tacto sólido y muy directo, lo que unido a su generosa anchura hace que variar la distancia focal sea algo casi instantáneo.
Conclusión
Si ya tenéis un 55-200 no estabilizado, con esta version VR vais a cubrir el mismo rango focal con la misma luminosidad; por lo que la ventaja radica en el estabilizador VR, una calidad de imagen algo mejor y una casi total ausencia de viñeteo. De cualquier modo, la versión anterior de este teleobjetivo es muy funcional y, de hecho, es la que he estado empleando durante un año con estupendos resultados siempre que la iluminación fuera más o menos intensa. En ese caso la recomendación de esta versión estabilizada es relativa ya que, como os decía antes, no vais a apreciar una mejora considerable en cuanto a rango focal o luminosidad.
Sin embargo, si os acabáis de comprar una cámara Nikon con sensor DX que viene con un 18-55 y ya habéis descubierto que se queda un poco corto para alcanzar ciertos detalles, lo más recomendable es que os hagáis con la versión VR, ya que vais a poder emplearlo con una iluminación más ténue sin merma en la nitidez de las imágenes; sobre todo teniendo en cuenta que no cuesta mucho más que la versión anterior.

Es decir, que si no tenéis focal cubierta más allá de los 55mm la versión VR es muy recomendable. Sin embargo, si tenéis ya un 55-200 no estabilizado pensad si os merece la pena, pues aunque yo lo considero recomendable, es un gasto «extra» que tal vez no a todo el mundo venga bien. De hecho, supongo que acabaré vendiendo la versión antigua debido a que no creo que la vuelta a usar más teniendo la VR en la bolsa de fotografía.
Y ya sin más, os dejo con algunas imágenes más que he sacado «a pulso» estos últimos días con el Nikon 55-200 VR y mi D40. Algunas de ellas puede que ya os suenen, porque de hecho es un objetivo que me llevé para captar las imágenes que ilustran las entradas que he publicado recientemente narrando un paseo por Madrid o el inicio de año en Redueña. Podéis consultar los datos EXIF de las mismas haciendo click sobre cualquiera de ellas y mirando el apartado «más propiedades» que tenéis en la parte derecha de la página de Flickr que se abrirá.
Fotografías de ejemplo














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