Aquellos aterradores tubos verdes

La respiración del suelo

Cuando era pequeño estos tubos nos infundían un gran temor a todos los niños del barrio. El simple hecho de pasar cerca de ellos disparaba la imaginación y nos hacían pensar en historias de cavernas subterráneas llenas de murciélagos hambrientos y criaturas que se arrastran por un suelo húmedo que nunca había visto la luz del sol.

Además, si aguzabas el oído podías escuchar un susurro que provenía de Dios sabe dónde cuando te acercabas a ellos. Algo parecido al aliento de un dragón furioso que una noche saldría de allí y nos achicharraría a todos. Si aquellos misteriosos tubos fueran un elemento estático y silencioso podría asumirse incluso que podría ser una extraña escultura; pero la perpetua actividad en su interior era una prueba irrefutable de que bajo aquel jardín había algo que ninguno de nosotros conocía.

El día que me enteré de que no eran más que el respiradero de un aparcamiento subterráneo me sentí aliviado, pero desde ese preciso instante los aterradores tubos de color verde perdieron todo su atractivo y pasaron a ser un elemento más del paisaje urbano.

6 pensamientos en “Aquellos aterradores tubos verdes

  1. Esta entrada me ha hecho recordar uno de mis terrores infantiles, que ahora recuerdo con cierta gracia.
    Cuando era pequeño solia ir a pasar unos dias en verano a L’Escala (en la costa brava) y una de las casas del paseo maritimo tenia (creo que sigue teniendo) en su interior (se podia ver por fuera desde la verja de la puerta) la estatua de un niño al que se le habia clavado una aguja de pino en el pie. La casa con la escultura me provocaba un miedo tan irracional que era incapaz de cruzar por delante (incluso por la acera de enfrente de la casa). Evidentemente, eso hizo que no me gustara demasiado ir a pasear por el paseo maritimo.
    Menudo mundo el de los terrores infantiles!

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    • Juas!

      Entonces no se te ocurra pasar por mi casa, pues tenemos en una estantería del salón una réplica en pequeña de esa estatua que dices (se llama «Niño quitándose una espina«) y que ha ido pasando de padres a hijos desde los tiempos de mi bisabuela.

      La verdad es que se podrían escribir mil cosas sobre los terrores infantiles, así que igual se me ocurre algo en el futuro relacionado con este tema.

      ¡Saludos!

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  2. Hola Luis, ayer estuve paseando por tu barrio y estaba yo caminando por la Av caballería Española y me sorprendí cuando vi estos tubos enormes, y no tarde en reconocerlos de una foto que habías subido al blog. Me senté en el parque debajo de esos álamos enormes y y recorri con la mirada toda la cuadra tratando de descifrar de donde provenía ese inconfundible aroma del pollo asado. Era del bar San Isidro que lleva el nombre del parque , obvio por estar en frente ( debe de haber sido importante este hombre ya que en Argentina también existe una localidad que lleva su nombre) Como eran cerca de la una me cruce la calle y comí allí, este bar es chico pero se come bastante bien. Me hubiese gustado cruzarme contigo, de seguro te invitaba el almuerzo!!!
    Me divertí mucho paseando por Alcalá, Gracias al Google Maps!!!
    Saludos!!!
    Pd: Estoy seguro de que cuando comenzasteis a leer estas primeras lineas te he dejado un tanto desconcertado, NO!!!

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    • LOL! 😀

      Pues sí, al principio sí que pensé que estabas por aquí, porque la recreación que haces de los lugares es bastante fiel a la realidad. Es increíble la de cosas que nos permite hacer hoy en día la tecnología.

      ¡Un saludo!

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