El credi-Tom

El sueño de hoy es un poco raro y mezcla de bastantes cosas (esto es algo que ya no me sorprende). Es curioso que haya recordado mis sueños de tres noches en el plazo de cinco días, pero me alegro por ello. A ver si con un poco de suerte encadeno una buena racha y os voy contando algunos más. De momento os dejo con el de hace un rato:

Camino de las oficinas de Nintendo en Madrid me encuentro con mi amigo Tomás (aunque yo le suelo llamar Tom) sentado en la puerta de un banco (Cajamadrid para más señas) con una cara de preocupación considerable y al borde del llanto.

Temiéndome que a él o a su familia le hubiera ocurrido algo grave me detengo pese a la prisa que llevo (hasta en los sueños siempre llevo prisa) y le pregunto qué hace ahí, a lo que me responde que ha pedido un crédito al banco y que está esperando la resolución ahí sentado.

Ante mi pregunta de para qué quiere un crédito me responde que es para una plaza de garaje, y que para ello necesita cien mil euros. Yo le entiendo «diez mil», pero él me insiste en que con esa cantidad no se compra ni una plaza para moto y que necesita diez veces más.

El caso es que al final aparece en escena un compañero de otro medio y me pide que le acompañe a Nintendo porque no sabe dónde está, así que le deseo suerte a Tom y me dirijo hacia mi destino acompañado de un tío que tiene los aros olímpicos tatuados en el brazo derecho.

Una vez en la puerta de Nintendo me doy cuenta de que me he olvidado mi cámara de fotos en la puerta del banco, así que vuelvo corriendo a aquel lugar para recuperarla. Allí me encuentro una lata de cocacola flotando en una fuente y un empleado de una tienda me dice que un amable ciudadano ha metido la cámara dentro de la lata para que nadie se la llevara.

Una vez recuperada con la ayuda de un abrelatas me encamino de nuevo a realizar mi reportaje pero atravesando esta vez calles sombrías en las que se escuchan terribles sonidos y de cuyas ventanas aparecen ojos que me acechan en la oscuridad. Finalmente me vuelvo a encontrar con el compañero de antes quien me recoje con su coche y me lleva a las oficinas donde nos esperaban ya desde hacía un rato.

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